XRxoma se construyó desde el Senado. Es la razón por la que tuvo una enorme influencia política y social desde Oriente a Occidente, y una larga vida como instrumento de poder e influencia en el mundo. Su debilitamiento se forjó al abrigo del gobierno de los emperadores, llevando la decadencia al Senado, y a través de éste a todo el Imperio.

La construcción europea tomó un camino diferente. Fueron los gobiernos y los grandes líderes los que coparon la totalidad de las instituciones europeas con capacidad de decisión. No obstante, incorporaron a su esquema institucional un Parlamento Europeo, que sólo de Parlamento tenía el nombre y que tomaba la posición de Consejo Consultivo de Europa. Las dificultades que representaba en los años sesenta y setenta concitar el consenso de los gobiernos para construir una Europa a través de la cesión de soberanía de los Estados, impidió que fueran los representantes elegidos por los europeos los que tomaran las riendas de los destinos de la naciente Comunidad Europea, comunidad orientada principalmente al ámbito de lo económico y tímidamente al de lo político.

El avance de la Unión recorre hasta entonces una senda sinuosa marcada por el peso de las cuestiones internas de los Estados, en las que centran principalmente su atención los líderes europeos. Este escenario aboca a la organización de las regiones de Europa, que son hasta entonces auténticos convidados de piedra en la dirección del continente, necesidad de organización que es aún más acuciante para las regiones con autonomía política por estar dotadas de importantes competencias en la gestión de intereses ciudadanos y ser productoras de leyes.

La representación y organización de las regiones son abordadas desde un absoluto mimetismo al del resto del entramado institucional de la UE. Así, el Comité de las Regiones se compone únicamente de gobiernos regionales y locales, y se le dota de la facultad de ser oída en la fase de preparación de las decisiones de la Unión que les afecten. Sin embargo, el Comité presenta una carencia importante en su intento de representar a las regiones. No incorpora a los parlamentos regionales.

La ausencia en Europa de los parlamentos regionales produjo que en 1997 se constituyera la CALRE (Conferencia de Asambleas Legislativas Regionales de Europa) como organización que reúne a los presidentes de los Parlamentos regionales, que hasta el momento no forma parte de las instituciones.

La CALRE trata de aportar y buscar mecanismos y fórmulas para incorporar a Europa la posición de los parlamentos regionales sobre las decisiones que pretenda adoptar la Unión. Y ello no por el prurito que procura a una institución o a su presidente acudir a foros europeos, sino por el hecho de que una opinión de las regiones que provenga de sus parlamentos se ha de acordar obligatoriamente mediante el debate democrático y de acuerdo con el pronunciamiento de la institución en forma de votación de la Cámara y sus órganos. Con ello estaremos cumpliendo una triple función.

Estaremos conociendo de primera mano y con anterioridad los intereses de nuestra región que serán afectados por una decisión de la Unión. Igualmente estaremos favoreciendo un crecimiento sano de Europa, al facilitar que toda nuestra ciudadanía contemple el debate y a las instituciones europeas como algo propio que puede ser controlado e impulsado con el pronunciamiento y conocimiento que acompaña y produce el debate parlamentario. No en balde serán sus representantes políticos más inmediatos y cercanos, los diputados regionales, los que puedan ejercer su derecho al voto para determinar la posición de la Asamblea sobre los asuntos de Europa.

Por último, estaremos aportando grandes dosis de democracia y legitimidad a las decisiones políticas de las instituciones europeas. Dosis de democracia de las que está fuertemente necesitada una UE que empieza a despertar y buscar con paso firme el parlamentarismo. Hechos sin precedentes como el sucedido la semana pasada en el Parlamento Europeo, en el que se ve rechazada por primera vez la composición de la Comisión Europea por la presencia en ella de Buttigilione, apuntan la tendencia futura en el equilibrio de las instituciones de la Unión. Tendencia que llevará a una mayor agilidad y eficacia del Gobierno europeo pero que igualmente consistirá en un aumento importante de las capacidades de control y decisión del Parlamento, en detrimento de la influencia de los gobiernos nacionales. Es una respuesta a la llamada de atención que los ciudadanos nos dieron las últimas elecciones europeas, optando por un día de asueto y ocio, en lugar de expresar su voz en la composición de un Parlamento hasta entonces casi irrelevante en Europa.

La señales apuntan a la necesidad de Europa de incorporar a los parlamentos y a las regiones en el entramado de entes políticos que han de ser considerados a la hora de trazar el rumbo del proyecto europeo. Cierto es que la CALRE está en su fase organizativa, pero su influencia, en el caso de España y por el grado de autonomía política de la que gozamos las regiones, tiene unas extraordinarias posibilidades.

Sólo 8 países de la Unión pueden estar representados en la CALRE, por la exclusividad de aglutinar a los parlamentos legislativos regionales. De entre sus miembros, los parlamentos regionales españoles representamos casi el 25% del total. No en balde la Declaración de Milán aprobada el pasado 26 de octubre logra el primer respaldo a la Constitución europea. Por ello, cuando hablamos de la CALRE hablamos de una posibilidad de crecer como región desde el corazón de Europa y de la responsabilidad de contribuir a que la construcción europea se fundamente en un corazón sano, lleno de valores sociales y democráticos desde los que tomar posiciones en el tablero de nuestro mundo global.

Hablamos de construir una nueva Roma en el mundo llamada Europa, pero con un Senado más fuerte llamado Parlamento Europeo que extienda ciudadanía y Estado de Derecho, evitando guerras de conquista y rapiñas propias de emperadores.

*Presidente de la Asamblea de

Extremadura