WLw a primera entrega del frentenegociador abierto por Mariano Rajoycon los agentes sociales ha servido parafijar una fecha y unos objetivos bastante precisos: el futuro presidente del Gobierno esperadisponer para después de Reyes de acuerdosconcretos entre sindicatos y patronal relativosa contratación, flexibilidad interna, mutuasy absentismo laboral.

Esta versión de lo discutido con Mariano

Rajoy dada por Juan Rosell, presidente dela CEOE, se completa con la aportada por Ignacio Fernández Toxo, líder de CCOO: "Rajoy es un firme defensor del acuerdo frente a la imposición". Una posición razonable que en modo alguno excluye que,en caso de una persistente falta de acuerdo

--Cándido Méndez, de UGT, estima innecesariauna nueva reforma--, sea el Gobierno el que,en última instancia, tome una decisión.

La gravedad de la situación y las señalesde fractura social que se captan todos los díashacen poco menos que imposible que la posicióndel próximo Gobierno pueda ser otra. Porque los precedentes en cuanto a la capacidad delos agentes sociales de llegar a acuerdosno son precisamente alentadores. Y, al mismotiempo, la Unión Europea exige una rápida reforma del mercado laboral --modalidades de contratación, convenios, escala salarial-- para poner remedioa una de las debilidades estructurales de laeconomía española: el mercado de trabajo.

Sería decepcionante que, con un desempleoen el Inem por encima de 4,4 millones de personas (134.000 de ellos son extremeños, un récord) y sombríos vaticinios para el 2012, los sindicatosy los empresarios no hiciesen un ejercicio derealismo para contener la sangría.

Una reforma siempre será de aplicaciónmás eficaz si es el resultado de la negociaciónentre las partes interesadas, y no una iniciativa del Gobierno de turno. Pero para reducir al mínimola imposición gubernamental, es indispensableque el diálogo social no se eternice y nadie se comporte como un jugador ventajista.

Lo que más se critica a las reformaslaborales aprobadas hasta la fecha es quehan sido imprecisas y perfectamente inútilespara crear empleo. Por muy buenas que fueranlas intenciones, el resultado final ha sido casi nulo. Acumular más fracasos sería una táctica suiciday un lastre insostenible: quienes viven sintrabajo exigen alternativas innovadoras.