El paro registrado en el Inem en el 2002 ha subido hasta el 9,14% de la población activa, casi 1,7 millones de demandantes de empleo. Era previsible, conociendo los ciclos de la economía española, que la caída de actividad quedara reflejada de inmediato en las estadísticas que recogen tanto la demanda de empleo como su pérdida temporal. Pero el precedente es más inquietante: la última vez que se registraron cifras tan negativas fue en 1993, cuando la economía española rozaba la recesión, mientras que hoy aún está en crecimiento, aunque sea más débil que hace un par de años.

El Gobierno ha proporcionado el mal dato de forma inhabitual en un domingo y en período festivo y menos motivado por la transparencia estadística que por el nuevo alejamiento de posturas con los interlocutores sociales en la negociación de flecos del decretazo, como el subsidio agrario.

El argumento de que el balance del Inem también debe compararse con la creación de empleo neto de los últimos años es admisible, pero poco relevante si se tiene en cuenta el alto grado de temporalidad. Lo único positivo es que los malos datos llegan antes de lo esperado y el Gobierno ya puede mover ficha.