Siempre me he inclinado por el Partido Socialista. Su gratitud hacía las personas, su solidaridad y su compresión con los problemas de los demás me han motivado para apoyarlo. Es un partido que no es radical, ni separatista, ni antisistema, ni prepotente, ni extremista pero su ideología le obliga a estar presente en todos los problemas para negociar posibilidades y excluir todo lo que no encaje en nuestro sistema democrático. Es muy claro, y aunque se perjudique, antepone proyectos que beneficien a todos y exime todo lo que puede destrozar nuestra convivencia y nuestra unidad. Hay otras fuerzas políticas que saben que el partido socialista tiene el corazón en las inquietudes de las personas y trabaja para que todos participen en lo mejor de nuestro país. El Partido Socialista es un partido integrado con las personas y con su dignidad, que trabaja con proyectos progresistas e implica a la gente a que participe en ellos. Por eso otros partidos introducen temas de la socialdemocracia porque sus argumentos son insuficientes para dotar a nuestro país de proyectos que beneficien a todos. No hay ningún rincón de España --por alejado que esté-- que no se interese para saber cuáles son sus problemas. Nunca hace demagogia, ni miente en sus propuestas y trabaja para constituir proyectos que compitan con los países más avanzados. Sus proyectos van en la línea de la superación y de la modernización tecnológica para que los jóvenes trabajen en nuestro país y no tengan que marchase fuera. La tecnología y las innovaciones están dentro de su integridad progresista para modernizar nuestras herramientas y mejorar la calidad de vida de todos los españoles. El Partido Socialista es el único que puede salvar a este país de los radicales extremistas que pueden hacer mucho daño a nuestra constitución y democracia.