Escritor

Diga lo que diga la admirada Mariángel Alcázar, yo dudo que la boda de Esther Koplowitz y Fernando Falcó cierre un círculo de pasiones. Falcó ya no está en la edad de una pasión. Es más la pasión es necesario no trufarla de fantasía, porque es muy dura la caída. Es fundamental saber, que un hombre de la edad de Falcó, muy reparado ya de chapa y pintura, de no gastarse una fortuna en Viagra, pueda dar ese nivel de pasión que a buen seguro la Koplowitz necesita, cercana ya al climaterio, si no está ya sumida en él, lo que entra dentro de lo posible que exija esa pasión. Pienso que por el gaznate de pavo de navidad que presenta Falcó, con varias artrosis en sus rodillas, teniendo que mear hasta dos veces en la noche, me temo que esa pasión puede sufrir desengaños. Ahora bien, si la pasión es mirarse a los ojos, y hacer prácticas sexuales de colegio o de avanzadilla, todavía la cosa puede tener un éxito. Hay algo que puede ser llamado pasión, pero hay que desengañarse, porque eso sólo es el deseo de tener una saneada cuenta corriente, y esto sí que le va a venir muy bien a Falcó, que debe estar el hombre un poco asfixiadillo. Ahora va a poder renovar la flota de sus automóviles, y hasta Alicia le regalará un nuevo Masseratti, que terminas por creer que es la pasión misma. Esto de Falcó y Esther, tiene un paralelismo con Julián y Pantoja. Julián pienso que está ya para el arrastre, y verlo en calzoncillos debe dar una imagen nefasta con las palmas de las manos sudadas y el bigote oliéndole a Ducados. Isabel está también bastante escurrida y le fallan bastante las extremidades inferiores. Con el anterior Julián comentaba ella misma, que era una relación de jugar al parchís. O sea que la edad no perdona, sobre todo en el hombre. La mujer como no tiene nada que endurar no tiene ese problema; el nuestro sí, es un problema serio que cuando sufre estas alteraciones puedes terminar en una clínica rebanándote la próstata. No creo que Falcó con la experiencia que tiene, vaya a enloquecer. Esther tampoco le leo ninguna pasión oculta e insatisfecha. Falcó ya disfrutó en los desvanes de su casa solariega y ahora lo que ha conseguido es una pensión segura.