WHw a sido una semana dura para la economía. Por una parte, nervios sobre la deuda pública, caídas bursátiles y datos que indican que el paro sigue aumentando, aunque a menor ritmo. Por la otra, una quiebra en la relación Gobierno-sindicatos, por la propuesta de subir de 65 a 67 años la edad de jubilación y de tocar al alza el periodo del cómputo de las pensiones, que amenaza la paz social.

Pero ayer las cosas mejoraron bastante. La bolsa bajó, pero bastante menos que las europeas y se supo que el PIB cayó un 0,1% en el cuarto trimestre, por lo que el fin de la recesión parece más cerca. Pero lo fundamental fue la cumbre que mantuvieron en la Moncloa el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y los agentes económicos para presentar el informe del Ejecutivo sobre la reforma laboral. Y tras las comparecencias, se vio que ha habido un paso adelante.

Primero se confirmó que la CEOE y los sindicatos están dando los últimos toques a un acuerdo salarial a tres años que será un gran factor de estabilidad. Tambien quedó claro que tanto la CEOE como UGT y CCOO juzgan positivo el informe sobre la reforma laboral. Donde en el mes de julio del año pasado había una cerrazón total sobre el coste del despido, ayer se vio voluntad de diálogo. E incluso la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre un contrato ya existente, el de fomento del empleo indefinido, que se usa poco por problemas prácticos. Los interlocutores y el presidente (algo menos) concretaron muy poco, pero flotó un cierto consenso: la reforma laboral no es un ungüento milagroso para la creación neta de empleo, que depende más de la recuperación económica, pero puede contribuir mucho tanto a la llegada de la reactivación como a su intensidad. Así se retoma un camino que, inexplicablemente, se rompió el pasado mes de julio. Aunque Zapatero se negó reiteradamente a aclarar si se rebajará el coste del despido, diciendo que no se lesionarán los derechos de los trabajadores, la reacción favorable de la CEOE parece indicar que al menos el tema estará sobre la mesa.

Pero lo esencial es que la tormenta social por la reforma de las pensiones ha perdido algo de virulencia. UGT y CCOO insistieron en que hay una quiebra de la confianza, pero aseguraron que eso no impide negociar la reforma laboral. El grave desacuerdo no es un conflicto total. Candido Méndez admitió que hay solo una propuesta --con la que no están de acuerdo--, que debe discutirse en la subcomisión parlamentaria del Pacto de Toledo. Mientras, Zapatero insistió en la necesidad de garantizar las pensiones del 2020 y del 2030, pero no se cerró a discutir propuestas alternativas.

Ayer, una dura semana acabó mejor de lo que empezó. El pacto social no está descartado. Incluso avanza.