XExn economía, estamos sometidos constantemente a la ley del péndulo, a unas oscilaciones cíclicas que fluctúan desde periodos de recesión, desaceleración o estancamiento, a periodos expansivos con un exceso de crecimiento. En la primera situación la economía se contrae, no avanza, retrocede la producción y la riqueza, el tejido productivo se debilita con la consiguiente pérdida de empleo. Es lo que habitualmente conocemos con el nombre de crisis económica: En la segunda situación hay una muy alta producción, mucho crecimiento, por lo que los precios se disparan fruto del exceso de consumo y se produce un recalentamiento de la economía. No hay que olvidar que estamos regidos por la ley de la oferta y la demanda.

La economía española está atravesando en la actualidad por un periodo expansivo, creciendo a un ritmo superior al de la media europea, con una alta tasa de creación de empleo, con un balance saneado en las cuentas públicas. Las rentabilidades reales de las 35 empresas que mayor ponderación tienen, de las que cotizan en el índice selectivo IBEX de nuestro mercado de valores, están experimentando un crecimiento medio superior a los dos dígitos. A pesar de este panorama esplendoroso algunos datos anticipan claramente un cambio de tendencia, como es el caso de los Activos Líquidos en Manos del Público, es decir, el dinero en circulación, que está batiendo récord históricos debido en gran parte al flujo producido por los préstamos hipotecarios. La situación de nuestra economía se asemeja a un coloso con los pies de barro, su estructura se sustenta casi exclusivamente en el auge del sector de la construcción y del consumo interno (bancos, telecos, petroquímicas y eléctricas).

Tenemos, por lo demás, el problema añadido de un déficit por cuenta corriente muy elevado comparativamente con los países europeos, lo que significa que importamos más de lo que exportamos, y que nuestra balanza comercial es deficitaria, debido en gran parte a que somos un país importador de energía, concretamente de petróleo, y éste ha incrementado su precio durante el último año en un 46%. La subida de los precios supone la pérdida de competitividad de nuestros productos respecto a los extranjeros. Cuando esto sucedía estando fuera del euro, se subían los tipos de interés, se devaluaba la moneda, se congelaban los precios de las empresas controladas por el Estado, en definitiva se ajustaba nuestra moneda a su paridad real. Actualmente desconocemos cuáles son los mecanismos y las medidas de las que dispone la economía de un país concreto, cuando su situación camina por unos derroteros divergentes a los del resto de sus socios comunitarios, habida cuenta de que el euro se rige por parámetros macroeconómicos que tienen una variable, en este instante, diferente a la nuestra.

El incremento interanual del IPC en un 3,7% está muy por encima de las estimaciones que para este año hizo el Gobierno, (en Francia fue tan sólo de un 1,5%) sin contar la inflación subyacente; esto significa que para no perder poder adquisitivo los empleados que tengan cláusula de revisión salarial deberán percibir un incremento en sus sueldos en este mismo porcentaje, lo que equivale a un desembolso por parte de las empresas de 2.000 millones de euros anuales; y las arcas del Estado deberán asumir el mismo porcentaje en las subidas de las pensiones y en las retribuciones a los empleados públicos. Todo esto tendrá una repercusión negativa en el precio final de los productos españoles, que serán más caros y menos competitivos.

Si no durmiéramos a la sombra del euro podríamos estar hablando de una situación que empieza a ser preocupante, como a los países pobres, sólo nos queda el amparo del turismo. Como aquellos que viven por encima de sus posibilidades, nos estamos permitiendo caprichos absurdos que el futuro nos puede hacer pagar caro.

En la primavera pasada se aprobó en el Congreso de los Diputados El Plan de Medidas para la Dinamización de la Economía e Impulso a la Productividad . En dicho plan se trataban de corregir alguno de los aspectos de nuestra baja productividad, y por tanto de nuestra escasa competitividad; pero los resultados están tardando en verse. El Gobierno, consciente del problema, está anunciando nuevas medidas en este sentido. Según las previsiones del G-10, a medio plazo la economía internacional va a continuar por la senda del crecimiento. Disponemos todavía de tiempo suficiente para poner en marcha actuaciones que eviten las drásticas consecuencias que se derivarían de un periodo de desaceleración. Las subidas de tipos de interés producidas en la economía americana, y que tímidamente se están trasladando a Europa, pueden tener un efecto balsámico para nuestra economía, pero esta medida por sí sola se antoja insuficiente si no va acompañada de otras de más hondo calado.

No se trata tanto de que la economía española vaya bien o mal, se trata simplemente de que hemos entrado en Europa con el paso cambiado, y mientras una medicina es para ellos efectiva porque les ayuda a curar sus males, para nosotros tiene el efecto contraproducente de agravarlas todavía más.

*Profesor