Dramaturgo

Usted nunca deberá filosofar en Ikea, a lo sumo en El Corte Inglés, pero nunca en Ikea. La filosofía y el metro de cortinas no son compatibles. Cuentan que discutieron un filósofo y un materialista pragmático (un agitador social, seguro) y decía el del intelecto: "Las ideas generan patatas" a lo que respondía el agitador: "Las patatas generan ideas". Acertó a pasar (como en las anécdotas de Pánicker) un campesino que era tan escaso en patatas como en ideas (por pobre) y se encaró con los que discutían: "Señores, no se líen, las patatas generan patatas y las ideas generan ideas". Por eso es preciso avisar a más de uno sobre los peligros que conlleva en esto de la cosa pública, preparar recetas de cocina a base de revueltos de ideas y patatas. A menudo suelen ser intragables y, sobre todo si el que lleva la manija es el tendero, sobrarán muchas patatas y faltarán ideas.

En Madrid y en Sebastopol, todo hijo de vecino sabe que para que funcionen las ideas es preciso que algún tendero arrime ganancias.

Quien crea que en la calle Génova o en Ferraz sólo se discute sobre Kant o Hegel, está confundido. quien crea que sólo se habla de patatas o de membrillos, está más que confundido y es un antidemócrata radical.

Lo que ocurre es que se necesita un mecanismo, llámenlo electoral, legal o como sea, pero siempre democrático que establezca cuándo, cómo y dónde debe hablarse de patatas y de ideas. Porque puede ocurrir, y de hecho ocurre, que mientras estamos en Ikea intentando definir el "subconsciente colectivo" o algún fundamento de la personalidad, se acaban las rebajas y tengamos que ir a comprar las cortinas a otro sitio.