Otra vez: si hace unos días fue aquello de que De Juana Chaos está a favor del proceso de paz y, luego, que el nuevo juicio contra este etarra entorpece el mentado proceso, ahora llega el presidente del Gobierno afirmando --porque a mí me caben pocas dudas de que lo afirmó-- que el Gobierno español ha cumplido su parte de "contrato" con ETA, y ahora le toca a la banda cumplir. De poco sirve el desmentido de La Moncloa a estas últimas manifestaciones de Zapatero a Le Fígaro : el desliz ya ha cumplido su misión, es decir aumentar las desconfianzas de la ciudadanía en lo que respecta a la negociación (o no) con la banda terrorista.

Incluso quienes nos proclamamos partidarios de la negociación nos encontramos algo perplejos: ¿por dónde van las cosas? ¿Hay cumplimientos de contratos? ¿De qué contratos, que desconocíamos? Y, si no los hay, ¿no debería establecerse una política coherente de comunicación desde el ámbito monclovita, de manera que se eviten estos patinazos verbales del presidente?

Contemplamos estos días un patente giro en los mensajes emanados desde el Ejecutivo, en el sentido de que aumentan el pesimismo y la preocupación por lo que pueda ocurrir en este tira y afloja de manos tendidas y rechazadas hacia y desde ETA. Incluso, en lo que podría llegar a interpretarse vagamente como un asomo de autocrítica, el número dos del PSOE habla de legítimas reticencias de la ciudadanía a un proceso lleno de retrocesos, de kale borroka, de altanería difícilmente soportable procedente de una Batasuna que ahora tiene tomada la calle, cuando hace apenas tres meses se debatía si podría siquiera asomar las orejas.

XSE HAx dado un retroceso patente con respecto a las esperanzas de llegar a una relativamente pronta paz que animaron el retorno de las vacaciones veraniegas. En menos de un trimestre, el panorama se ha oscurecido, lo que no quiere decir, desde luego, que todo se haya ido al garete. No. Pero convengamos en que los errores de Zapatero en sus declaraciones públicas contribuyen bastante poco a aclarar el panorama. Falta política de comunicación, y falta que el presidente se conciencie de que sus opiniones, aventadas a veces como en una charla de cafetería, no son unas opiniones cualquiera: causan estado. No parece haber aprendido de pasados errores, como cuando proclamó desde Túnez que todos los soldados deberían retirarse de Irak, o que se alegraba de la derrota de Angela Merkel . O, en otro plano, cuando aseguró, allá por febrero, tener un "candidato ideal" para la alcaldía de Madrid. Y cito todo esto sin pretensiones de exhaustividad, desde luego.

Claro que lo de los contactos con ETA es mucho más grave. No se puede cooperar con el rechazo por principio, y contra toda lógica, de algunos --y no sólo en el PP: también en el PSOE-- a establecer cualquier negociación con la banda del terror. Y con según qué declaraciones oficiales, comportamientos oficiosos y, paradójicamente, silencios gubernamentales, se ayuda poco o nada a que la ciudadanía, en general, respalde --un respaldo imprescindible-- un trayecto que será sinuoso, largo, doloroso, pero esperanzador: el trayecto hacia la paz.

*Periodista