Cuesta creer que sean tan poco atractivos los dos candidatos que pretenden dirigir el país más importante del mundo. (Uno de ellos ya será presidente cuando se publique este artículo). Hillary Clinton está muy preparada políticamente hablando, pero transmite poco y mal, y Donald Trump transmite mucho --aversión, sobre todo--, pero está muy poco preparado. ¿No había candidatos con más carisma? ¿No había un Obama, aunque fuera blanco? ¿Un Kennedy musulmán? ¿Un George Washington mujer? ¿Este es todo el menú?

Interpreto que la crisis de candidatos está unida a la crisis de la propia ciudadanía estadounidense. Después de leer cuál es el segundo tema que más les preocupa (los payasos asesinos, por encima de la economía y el terrorismo, y un peldaño por debajo de la corrupción política), empiezo a pensar que nadie en su sano juicio querría gobernar semejante país de excéntricos.

El 42% de los estadounidenses confiesa que le tiene miedo a estos clowns. Si yo viviera en EEUU quien me daría miedo sería Trump, al que van a votar --o habrán votado ya-- el 40 % de sus conciudadanos.

En EEUU hay asesinos y payasos --uno de ellos opta a la presidencia--, ¿pero payasos asesinos? La cosa empezó como una broma en Youtube y la ciudadanía, adicta al miedo, ya se ha organizado para construir mapas corporativos en los que anotar los avistamientos de los payasos asesinos (que no han matado a nadie), de igual manera que los frikis se agrupan para avistar los ovnis que vienen al planeta Tierra a hacer turismo.

El cazador humano siempre quiere cobrarse alguna pieza, y cuanto más inasible mejor, da igual si son pokemons, extraterrestres o payasos asesinos. Mientras vivimos pendientes de los payasos asesinos o de la cobra de David Bisbal a Chenoa, un grupo de científicos españoles, ajenos al foco mediático, acaba de descubrir por qué falla en ocasiones la quimioterapia. Aún nos queda la esperanza...