TPtor si no te gusta el caldo, el sábado, dos tazas: durante la semana tu teléfono no ha parado de sonar ofreciéndote planes de pensiones, seguros de vida, móviles y automóviles; el sábado los mercaderes toman el templo: Esperas ese día para levantarte tarde, disfrutar el olor del café humeante que inunda la cocina, la magia de las tostadas crujientes y el periódico que parece acaban también de hornearlo, pero tan reparadora ilusión se evapora tan pronto como el timbre de la puerta te devuelve a la realidad: allí están, peinaditos y bien planchados, los vendedores puerta a puerta, con los planes de salvación eterna dispuestos a remediar tu mísera condición y sacarte de esa deriva de gozos sencillos como el pan tostado, el café caliente y el periódico intacto, escasos avíos, según ellos, para un domingo de resurrección, que te fían a largo plazo, con una felicidad absoluta instalada en un futuro de difícil comprensión.

Nunca entendieron estos sermoneadores que al otro lado de la puerta de tu casa todo es templo sagrado, santuario prohibido a cambistas y redentores y que el sábado se hizo, definitivamente, para el hombre, no para el comercio.

Así que ¡Dios les ampare!

*Licenciado en Filología