El dominico Tomás de Mercado , teólogo y economista, nacido en Sevilla en 1530 y considerado pionero en el desarrollo del pensamiento económico no solo español, sino occidental, publicó en su ciudad natal, en 1569, la primera edición de su libro "Tratos y contratos de mercaderes y tratantes", en cuyo capítulo XIII, titulado "De los banqueros", explica perfectamente qué es lo que tenía que haber inspeccionado el Banco de España cuatro siglos y medio después en relación, sobre todo, a las Cajas de Ahorro que, como las agavilladas en BFA/Bankia, idearon maneras de desplumar a sus ahorradores tradicionales para tapar los agujeros de los sueldos multimillonarios de sus directivos, de los créditos suicidas a los amiguetes del ladrillo, de las inversiones disparatadas y de la lujosa mantenencia en sus Consejos de Administración de un sinnúmero de políticos y sindicalistas.

Escribió Tomás de Mercado: "Ellos (los banqueros) tienen, a la verdad, sus inteligencias y mayores intereses en tener siempre mucha moneda para tratar, en lo cual no hacen contra conciencia si guardan dos condiciones o se apartan de uno de dos inconvenientes. El primero: no despojar tanto el banco que no puedan pagar luego los libramientos que vinieren, porque, si se imposibilitan a pagarlos expendiendo y ocupando dinero en empleos y granjerías y otros tratos, cierto pecan. Han de entender que no es suya sino ajena la moneda, y no es justo que, por servirse de ella, deje de servir a su dueño. Lo segundo: que no se metan en negocios peligrosos, que pecan, dado les suceda prósperamente, por el peligro que se pusieron de faltar y hacer grave daño a los que de ellos se confiaron. Más como en caso de ganar, habiendo comodidad, es muy difícil refrenar la avaricia, ninguno de ellos tiene estos avisos, ni guarda esas condiciones. Por lo tanto, lo cierto, seguro y mejor es que no tengan otro trato grueso, especialmente estando obligados a ello por la ley del reino.

Pecan los que desoyendo los consejos de fray Tomás y ciscándose en la probidad profesional, han arruinado al país y a sus clientes, y pecan, no menos, "las leyes del reino" y su garante en el caso que nos ocupa, el Banco de España. Lástima que en tanto se van, de tanto haber pecado, todos al Infierno, mantengan en él a tantos miles de familias "que de ellos confiaron".