La encontré sin buscarla. Le di al play y, casi sin darme cuenta, se me revolvió el alma en la primera estrofa. Se llama Peces de ciudad y la engrandece (porque si digo que la interpreta me quedo corta) Rozalén.

Dicen que el mensaje que pueda llegarte a través de una canción, un poema o una historia, se alteran según el momento o las circunstancias de la vida en el que la escuches o leas.

De esta canción maravillosa de Sabina, yo me quedé hoy con unos versos: «Mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad. Que perdieron las agallas en un banco de morralla. En una playa sin mar».

Porque, en este momento pienso en nosotros, en los zahineros, y en los demás habitantes de la sierra suroeste. En nosotros, que somos peces de pueblo a los que a través de quimeras, nos quieren ensuciar el cristal del acuario con la morralla del negocio del uranio.

Para que sigamos nadando a ciegas en la oscuridad de la inopia. Para que no veamos cómo se firma la destrucción de nuestra playa sin mar de pasto y jaras.

Para que no sintamos el aliento infecto de los accionistas que especulan con nuestra salud y nuestro futuro en las bolsas mundiales. Para hacernos creer que da más sombra una excavadora que una encina. Para que cambiemos los acordes del hacha de un corchero, por un trueno de barrenos que violenta a los pájaros. Para que traguemos pastillas de progreso hechas con metales pesados. Para convencernos de que en un hoyo radiactivo cabe un atardecer salpicado de estelas naranjas. Para que aguantemos sin rechistar que a los cerros nos los cambien de sitio y a la dehesa de color.

Eso sería posible si, como en la canción, hubiéramos perdido las agallas. Pero nosotros, los peces de pueblo, no mordemos el anzuelo fácilmente.

Nos han tendido muchas redes. Nos han disparado muchos arpones. Mas seguiremos efectuando nuestro destino de peces nadando a contracorriente por esta playa de secano, aunque sea con escamas de hojarasca y aletas de madera, en un acuario que nos deje ver las nubes.

No pedimos más. No nos conformaremos con menos.