En España se nos representa ahora la pasión y muerte del Redentor. Las tallas castellanas, de impresionante dramatismo barroco, reflejan lo sucedido a Jesús en Jerusalén. En este ambiente, nos llega el filme tan deseado. Cristo mantiene hoy su atractivo de ayer, pese a las críticas de sus adversarios. En pocos días de emisión, el autor saldó en EEUU sus gastos, que salieron íntegros de sus bolsillos por la estúpida propaganda de los anticlericales, y en sólo dos semanas había ganado 230 millones de dólares. Fiel al relato evangélico, la película no sigue los esbozos dulzones de las que le precedieron en su género. ¿A qué viene el escándalo de algunos? ¿No sabían por los evangelios que la pasión de Cristo no fue de mantequilla? Ya dice Gibson que "un menor de 12 años no debería verla a no ser que sea muy maduro". JOSEFA ROMO Cáceres