TTtenía que ocurrir. La estética de los programas de televisión se asienta en la sociedad y lo que tendrían que haber sido unas negociaciones discretas, se han convertido en un espectáculo mediático entre Operación Triunfo y Gran Hermano. El público vota, claro, y unos consideran que hay que eliminar a De Juana y otros optan porque se quede, temiendo que el programa sin las huelgas de hambre recurrentes pierda uno de sus alicientes, casi podríamos decir que identitarios. (Sueltas un discurso sin decir identitarios o escribes un artículo sin mencionar el neologismo, y pareces un patán). Por cierto, he escrito eliminar a De Juana y es un verbo equívoco que debe entenderse como separar o apartar . Mencionar términos como eliminar o suprimir en quien ha dado de baja en el Registro Civil a dos docenas largas de ciudadanos que hubieran preferido seguir vivos puede albergar las mismas intenciones que referirse a las sogas en casa del verdugo.

A los del PP no les gusta el programa, pero no tienen por qué repetirlo todos los días y a todas las horas: que no les gusta el decorado, que la iluminación es mala, que el guión es flojo, que a ver quién se va a llevar el premio... Son muy pesados, y en la iteración pierden autoridad, de la misma manera que las huelgas de hambre, cuando van por la segunda edición, suscitan menos interés. Cualquier día nos enteraremos que lo de las trescientas pistolas ha sido para el aguinaldo de navidad --no se iban a ir al Corte Inglés-- y a lo mejor lo del ayuno es un recurso para subir la audiencia.

De cualquier manera, hay muchas jornadas en que como en El día de la marmota , todo se vuelve a repetir: la confianza de nuestro presidente, el PP diciendo que no le gusta el programa, y Otegui exigiendo que cambien el reglamento. Y el Pocholo de la nueva situación en La cárcel de los famosos con su ayuno sin diamantes.

*Periodista