La forma en que se ha presentado el debate sobre el sistema de pensiones por parte del Gobierno está siendo muy desacertada. Nosotros, los trabajadores, somos los que contribuimos al sostenimiento del buen sistema que hemos configurado en España y somos nosotros quienes nos beneficiamos de él. Por ello, estamos más interesados que nadie en su viabilidad y consolidación. Somos las personas que trabajamos hoy quienes pagamos las pensiones que se perciben actualmente y quienes trabajen dentro de 20 o 30 años pagarán las pensiones de 2030 o 2040.

Por tanto, el primer error del Gobierno ha sido lanzar unilateralmente sus propuestas a los medios de comunicación al margen del Pacto de Toledo, que es el foro en el que están representados todos los protagonistas del sistema de pensiones.

El segundo error ha sido irrumpir en su intento de reforma con propuestas aisladas que pretenden recortar gastos sin más. El sistema de pensiones es muy complejo, tanto en el capítulo de los ingresos como en el de los gastos, y por ello es necesario estudiarlo como un todo interrelacionado y, además, en una proyección a largo plazo que tenga en cuenta la evolución de la población y el número de personas empleadas.

XEL RETRASOx de la jubilación se está produciendo ya gracias a los acuerdos que hemos alcanzado estos años. Estos establecen mecanismos no traumáticos que han tenido como efecto un retraso efectivo y voluntario de la edad de jubilación real de 62,87 años a 63,27 años en menos de cinco años. No tendría sentido ahora adoptar una medida indiscriminada sin tener en cuenta los sectores productivos, las condiciones de trabajo, la productividad y un largo etcétera de aspectos que deberían entrar en el análisis, además de hacerlo en el marco de la negociación y de la voluntariedad.

Esta propuesta es dudosa en efectividad, más aun en un contexto de elevadas tasas de desempleo. En el momento en el que nos encontramos, con graves problemas de paro y con la necesidad de que las nuevas generaciones se incorporen al mercado laboral, se limitaría la vía para encontrar nuevas ofertas de trabajo al alargar en dos años más la permanencia en el empleo.

Dado que es un debate muy a largo plazo, debería hacerse con más diálogo, con más sosiego y con más rigor, mientras que resulta mucho más urgente la adopción de medidas para la creación de empleo y mejorar el sistema productivo para salir de la actual situación económica, cuestiones que tienen mucho que ver con la viabilidad del sistema de pensiones y del desarrollo social en general.

Hay que recalcar que el sistema de pensiones tiene altos márgenes temporales de viabilidad, incluso en la actual situación económica, porque está teniendo superávit y porque está acompañado de un Fondo de Reserva que CCOO exigió precisamente para que sirviera de colchón en los momentos difíciles. Este fondo se autoingresó en el último año sólo por la vía del rendimiento por intereses 2.249,16 millones de euros.

Estamos hablando de iniciativas para el largo plazo, para dentro de 20 años, por tanto dónde está la prisa por presentar iniciativas de esta manera, para cambiarlas por otras de nuevo improvisadas, ¿no sería más prudente trabajar en el marco del Pacto de Toledo y alcanzar un consenso social y político que luego se presente a la sociedad? Por cierto, CCOO siempre ha alcanzado acuerdos en todas las revisiones que se han producido desde que se puso en marcha el Pacto de Toledo, porque creemos que en esta materia estamos obligados al acuerdo, ya que el acuerdo político y social es otro elemento esencial para la fortaleza del sistema de pensiones.

No es aceptable que en esta sensible materia se juegue con la estrategia de globos sonda . No es la manera adecuada de abordar el debate. Tampoco ir cambiando las propuestas de manera errática. Ahora se habla de ampliar los años para el cálculo de la pensión y de los años mínimos para poder acceder, medidas como todas que se pueden discutir, pero presentadas así son el síntoma de más improvisación, más unilateralidad y más irresponsabilidad.

Esta irrupción sensacionalista juega con el miedo de la población. Este recurso ya ha sido utilizado en otras ocasiones, en distintas oleadas. Es un debate alentado por intereses económicos ansiosos de privatizar el sistema. Años después no se ha cumplido la quiebra profetizada y además tienen menos credibilidad las iniciativas privadas que dada su volatilidad no pueden convencer a la sociedad de que pagaran de los fondos privados las pensiones dentro de 20 o 30 años. ¿Dónde estarán esas empresas?

Es necesario abordar la totalidad, y definir un conjunto de iniciativas para afianzar este sólido sistema que es de caja única, es decir para toda España; contributivo, porque se alimenta de las contribuciones del trabajo y no de los impuestos; solidario intergeneracional, porque las personas empleadas en cada momento pagan las pensiones de cada momento; y público, porque es la mayor garantía de estabilidad a largo plazo.

Es vital que hagamos un debate serio sobre nuestras pensiones, porque es esencial para la cohesión social y la calidad de vida.