Vamos a imaginar un partido de fútbol en el que solo subieran al marcador los goles marcados durante la última media hora de juego. Absurdo, ¿no? E injusto. Algo parecido sucede con el cálculo que se realiza para determinar la cuantía de las pensiones, puesto que únicamente se contabilizan los 15 últimos años de vida laboral; es decir, desde los 50 hasta los 65 años. El resto del tiempo se desecha, con lo que se produce un sistema desproporcionado entre lo recibido y lo aportado. Hace un tiempo, sin embargo --y para garantizar el futuro del sistema de pensiones--, países de nuestro entorno, como Francia, decidieron contabilizar los últimos 25 años sin aplicación gradual, puesto que si es de justicia hacerlo, la justicia no se aplica gradualmente, sino de inmediato. Otros países, como Suecia, Portugal y Finlandia, tienen en cuenta toda la vida laboral del individuo.

Recibí el otro día el informe de mi vida laboral remitido por la Tesorería General de la Seguridad Social. Mirándolo, he pensando que mis 27 años de cotización no me han servido de nada. Entonces he pensado en esos grandes olvidados de la sociedad, los parados mayores de 50 años, que en tiempos de crisis son expulsados del mercado laboral, principalmente por pequeñas y medianas empresas que se sienten ahogadas por falta de mercado y de financiación. Estos parados de 50 años quedan a merced de la caridad de la familia y en el desamparo de una sociedad cuyos administradores proclaman que tiene bienestar. Mientras, otros que han cotizado globalmente menos, pero lo han hecho en los últimos 15 años, cobrarán más que aquellos, que han cotizado el doble. ¿Es esto justicia social?

Julio Miguel Cobo **

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