Actualmente, muchos padres han pasado de un modelo de paternidad exigente, autoritaria y distante a otro mucho más protector, permisivo y sin saber marcar límites y consecuencias.

El resultado de este tipo de actitud sobreprotectora es que los niños tienen poca seguridad en sí mismos, una baja autoestima, una gran dependencia de sus padres, una escasa relación afectiva con sus compañeros, muchas dificultades a la hora de tolerar las frustraciones y se convierten en pequeños insaciables que no saben valorar nada de lo que tienen ni de admitir sus responsabilidades.

Si bien es cierto que los niños necesitan del cariño de sus padres y de sus maestros para sentirse seguros y queridos, el estar absolutamente pendientes de ellos, permitiéndoles conductas negativas y no poniéndoles límites ni exigiéndoles responsabilidades, da como resultado la adquisición de unas actitudes que van a poner en peligro su desarrollo integral y habrá muchas posibilidades de que ese jovencito termine dominando a sus padres y siendo un delincuente. ¡No se pueden imaginar el tremendo daño que les están haciendo a sus hijos con este tipo de actitudes!

Si a esta coctelera de sobreprotección por parte de cada vez más padres le añadimos una Administración educativa politizada y permisiva que tampoco quiere o no le interesa poner límites a los abusos, intentos de agresión y agresiones verbales y físicas de algunos padres y madres que, además de no educar en casa a sus hijos, no dejan que los eduquen los maestros, se irá fabricando una bomba de relojería con la espoleta cargada que, poco a poco, se irá rellenando de pólvora, de desconfianza, de falta de preparación,- que estará dispuesta a estallar en cualquier momento y que hará que nuestros hombres y mujeres del mañana no puedan competir profesionalmente con las personas mucho más preparadas que vendrán a España procedentes de países de la Unión Europea y de otros países allende de mares y océanos.

Señores de la Administración y señores padres y madres, en nombre de todos los maestros y maestras, profesores y profesoras y por el bien de todos, especialmente de los niños y niñas, les suplicamos diciendo: Ayúdennos o déjennos educar y enseñar .

Emiliano Alonso **

Maestro

(Delegado de Enseñanza de

CSI-CSIF - Zona de Navalmoral)