Los países productores de petróleo de la OPEP han intentado, en un encuentro informal en Amsterdam, sacar la cotización del barril de la preocupante franja de 35 a 40 dólares en la que se ha puesto en las últimas semanas. Si persisten esos precios, todas las economías desarrolladas habrán de revisar a la baja sus previsiones para el 2004. EEUU, la UE y Japón temen que la recuperación que han iniciado este año desaparezca por el precio del petróleo, una amenaza que apenas contaba a finales del 2003.

El encarecimiento se debe a que la garantía de suministro desde el Golfo es cada vez más incierta por la crisis de Irak. Pero se da la paradoja de que son Arabia Saudí y la OPEP quienes se movilizan para bajar los precios. Eso revela que la actual subida del crudo no beneficia más a quien lo tiene sino a quien especula sobre su posible escasez, ante el ritmo de crecimiento de su consumo por parte de China.

Esa responsabilidad es de las grandes multinacionales europeas y norteamericanas que dominan el mercado, y a sus agentes de bolsa. Pero también tienen su parte de culpa los gobiernos, que dejan las manos libres a esos especuladores y se abstienen de actuar coordinadamente contra ellos.