TFtue en el programa Tengo una pregunta para usted . Un joven de veinte y pocos años le reprochaba al presidente que no podía comprarse una casa. Y Zapatero le soltó el memorial de sus políticas de vivienda en vez de decirle: "Mira chaval, a los 20 años no se compra una vivienda. A los 20 años uno se emancipa, si trabaja, compartiendo piso o alquilándolo solo. Pero hay que abaratar el alquiler". Comprar un piso es casi una obsesión en un país poco dado al ahorro y que cifra toda su seguridad para el futuro en la casa que tarda media vida en pagar al banco. Después, vivimos al día, viajamos y gastamos como si tuviéramos los sueldos de los europeos ricos. No seré yo quien critique esta forma de entender la vida. Pero si quien compra es alguien muy joven, no solo hipoteca su salario, hipoteca muchas otras posibilidades de moverse por el mundo, cuando todavía no existen las ataduras de los hijos ni otras responsabilidades. Agotados los grandes asuntos de la legislatura, la economía amenaza con ser el monotema de los próximos meses. Y como el índice Nikkei y las grandes cifras nos dejan fríos a la mayoría, de aquí a marzo nos espera un verdadero carrusel de ofertas sobre la principal inversión de nuestra vida. El Gobierno diseña políticas, la oposición, alternativas; las comunidades prometen, pero los principales propietarios de suelo público están mudos. ¿Dónde están los ayuntamientos en este debate? La Administración más cercana, la que conoce a sus vecinos y las necesidades concretas de cada población. La que decide cuánto suelo se destina a vivienda pública, y si esas viviendas serán de alquiler o de venta. Los ayuntamientos que prestan servicios por encima de sus obligaciones y de sus posibilidades, y que tienen en los terrenos su principal fuente de recursos. Los municipios llevan años reclamando que la Administración central y la autonómica asuman la segunda descentralización de la democracia. Y las comunidades, que exigen con voracidad al Estado, deberán en algún momento transferir recursos a los ayuntamientos. Quizá entonces el suelo no sea el principal problema.