No es lo mismo exigir unas condiciones razonables para la rendición de ETA que hacer imposible que esta se produzca. Las expectativas sobre un comunicado de la banda basculan sobre estas dos posibilidades y apuntan a que ETA emitirá una declaración insuficiente como el primer round de un escarceo con el Estado. La organización estaría preparando una estrategia de presiones internacionales sobre el Gobierno de España para que el compromiso de un alto el fuego indefinido sea suficiente para iniciar el diálogo. Mientras tanto, el Gobierno se ha acercado al PNV para conciliar fuerzas, sobre todo frente a una previsible ofensiva de intransigencia del PP, temeroso de que el éxito en la disolución de ETA facilite oxígeno al PSOE.

Encontrar un equilibrio que, aunque inestable, resulte permanente, es el reto de Zapatero . Para el Gobierno, el final de ETA es prácticamente el último activo que mostrar a los ciudadanos. Pero en parte el final de ETA ya está descontado: se ha instalado en el imaginario colectivo que la extrema debilidad de la organización la ha convertido en una amenaza menor para un tiempo determinado, de tal forma que difícilmente se podría justificar cualquier cesión del Estado hacia el mundo aberzale.

Por si la ecuación no fuera complicada, al mismo tiempo para la trama civil de ETA, para Batasuna y su entorno, participar en las municipales es vital: cuatro años más fuera de los ayuntamientos sería el final de un proceso político.

Enero del 2011 va a ser un mes crucial en el que la finezza del Gobierno en el entendimiento con el resto de grupos es fundamental para una rendición razonable de ETA. Es una sutil partida de ajedrez en la que el Gobierno no se puede dar el lujo de regalar un solo peón. Y el Partido Popular tiene que calibrar su posición para no pasar a la historia como el boicoteador de la desaparición del terrorismo solo para que el PSOE no pudiera recoger los frutos de su trabajo bien hecho.