Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. Es una lista poética de logros que todo ser humano debería realizar para que su vida sea considerada plena. Quizás tiene mucho que ver con el deseo de pasar a la posteridad, de dejar algo que nos sobreviva en el futuro. Tener un hijo es sencillo: basta apenas con juntar a un hombre y una mujer y dejar que la naturaleza siga su curso. Y con las técnicas modernas, ya ni siquiera eso es necesario. Siempre he creído que lo complicado no es tener hijos, sino criarlos, educarlos y hacer de ellos personas de bien. Lo de escribir un libro está sobrevalorado. Cada año se publican en España más de 80 mil libros, lo cual da una idea de que todo lo que se escribe es publicable, y más con la autoedición, así que cualquiera puede tener aunque sea un simple ejemplar de su obra.

Plantar un árbol, eso sí me parece un logro. Plantar un árbol es un acto de generosidad. Es un regalo a un futuro que posiblemente no vas a conocer, como darle al mañana un respiro, crear una sombra bajo la que seguramente no podrás sentarte. Últimamente estamos siendo especialmente conscientes de lo imprevisible de nuestra existencia, de lo absurdo que es planear y de que el mañana por el que tanto suspirábamos es el hoy que nos asusta.

En estos días me siento a menudo a leer bajo un enorme chopo que plantó mi padre allá por 1958, cuando se fue a las Milicias Universitarias. En sus ramas aprendimos a trepar, a caer, a jugar, a crecer, y de alguna manera simboliza el estado del bienestar que nos legó la generación de nuestros mayores, trabajando y pensando con generosidad en los que vendrían detrás de ellos, sacrificando mucho por el camino. Y hoy en día en contraprestación sólo se nos pide que nos quedemos en casa, que les protejamos con nuestro confinamiento, Es un precio muy bajo, sin duda, y que hay que recordar cuando llega la desesperanza. Confiando en que llegará un mañana mejor, y pensando qué árbol queremos dejar a nuestros hijos para que puedan sentirse orgullosos de nosotros, porque dimos la talla. Y cuando pase, será tiempo de pedir responsabilidades, que eso también es pensar en el mañana.

* Periodista