Muchos ciudadanos de Plasencia están que se suben por las paredes porque la Confederación Hidrográfica del Tajo ha empezado a asfaltar los caminos junto al río Jerte, lugar tradicional de paseo y asueto de los placentinos. Consideran que es un atropello a la naturaleza y les gustaría que para arreglarlos y ponerlos en el mejor uso posible no había sido necesario asfaltarlo.

Probablemente los placentinos lleven razón: meter hormigón donde antes había senderos de tierra, con una vegetación densa y fértil no se compadece con la defensa del medio natural frente a las agresiones del urbano, de la cual hacen gala todas las administraciones.

Sin embargo, la Confederación del Tajo está desarrollando ese proyecto porque fue el legalmente aprobado; no otro. Porque cumple todos los requisitos en su tramitación administrativa, entre otros el de la exposición pública, que es el periodo que se da a todos los que se sientan afectados por un proyecto a que expongan su posición respecto al mismo, sus quejas, sus alternativas... Y nada de eso se hizo. Nadie puso objeciones cuando había que hacerlas. Ahora la crítica puede ser tan razonable como formulada a destiempo. Y es que para criticar hay que ser rigurosos y hacerlo, para que pueda ser efectiva, dentro de los cauces y los plazos.