El PSOE de Plasencia ha incluido en la lista electoral que presentará en mayo a la concejal Raquel Puertas, que ahora está en la corporación constituyendo, en solitario, el Grupo Mixto, que se formó a partir de su salida --a los 6 días de las últimas elecciones-- del partido con el que se presentó, el Compromiso Con Plasencia (CCPL), una escisión del PP, en el cual también estuvo Puertas. Por tanto, la concejala ya ha abandonado dos partidos, de cuya libertad para hacerlo nadie puede dudar, porque lo contrario sería negar la posibilidad de que las personas evolucionen y cambien de parecer. Sin embargo, Puertas es una tránsfuga, porque abandonó su partido (a lo cual tiene derecho), pero se quedó con el escaño (a lo cual no lo tiene). Y en esa situación se halla desde mayo del 2003. Y desde esa situación la ha incluido el partido socialista en su candidatura.

La política placentina tiene una característica que para sí la quisieran los guionistas de cine: su ilimitada capacidad para la sorpresa. Pero hay algunas sorpresas que son, sencillamente, un grave error. Este es el caso. Un partido como el PSOE --es decir, un partido de gobierno-- es el menos indicado para incluir en sus listas a una persona que ha demostrado tal capacidad de ponerse por montera la voluntad de los ciudadanos. No es extraño que, internamente, una decisión así tenga contestación: ¿En qué lugar quedan las decenas y decenas de militantes socialistas que nunca traicionarían sus siglas? Y hacia los votantes, el mensaje que ha transmitido el PSOE con esta decisión es descorazonador, porque ha venido a decir que los comportamientos políticos no son un factor a tener en cuenta para ir en una lista electoral.