La pobreza es un cúmulo de males ensartados en cadena, analfabetismo, toxicomanías, delincuencia, marginalidad- Si la riqueza está mal repartida, los problemas lo están mucho más, porque los pobres siempre cargan con la mayor parte de ellos. Ser pobre es algo más que carecer de un mínimo básico de subsistencia porque, además, la pobreza lapida, margina y erradica hasta el punto de negar la participación que todo ciudadano libre debe tener en una sociedad libre.

En este sentido la lacra del paro aboca a la pobreza con todas sus consecuencias, aunque se disponga de un mínimo vital, que concluye siendo un mínimo de miseria. Así, paro y pobreza, cuando caminan mucho tiempo de la mano, acaban por ser sinónimos, porque el hombre sólo se realiza con el trabajo. Y sin el aliciente laboral es más fácil caer en el analfabetismo, el desprecio y la carencia de estímulos sociales. Por eso es más importante gastar para generar trabajo que gastar para esclavizar con el paro.

En el año 1972, Indira Gandhi proclamó ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente: "La pobreza es la peor forma de contaminación". Semejante afirmación conmocionó a los países industrializados, proclives todos ellos a mirar para otro lado y no ver que el paro y la pobreza no se detienen en las fronteras y que el mundo como tal, no supera la dimensión de la aldea global . Treinta y cinco años después, ya nadie se escandaliza con la proclama de Indira Gandhi y está universalmente aceptado que no hay mayor contaminación que la pobreza. Sus palabras no han hecho sino corroborarse con el paso de los años.

XHOY ENx día muchas teorías apuntan al cambio climático, la desertificación como jinete a lomos del cuatralbo apocalíptico amenaza el sustento de los desfavorecidos. En otras ocasiones, la furia de la naturaleza desnuda la realidad de seres humanos engullidos por las aguas o desbordados por los ríos, con sus casuchas destartaladas barridas por el fenómeno natural.

Una escena que se repite desde siempre entre la desesperación, la angustia y la abundancia de la nada por parte de quienes las sufren. "La naturaleza es la despreocupación perfecta, porque la naturaleza no tiene opinión sobre nosotros" afirmaba Ortega y Gasset . Mientras tanto hay quien sigue esperando desde siempre un cambio de realidad social para sus vidas y la de sus hijos.

¿Quién puede creerse la lucha contra la pobreza cuando están por llegar mejores políticas, normas más justas y términos más justos para los países pobres y débiles? La solución de conflictos en países tercermundistas, desgarrados por la guerra, no llegará sin el impulso decidido de los países desarrollados. Un impulso que va mucho más lejos que las dádivas de caridad que solo sirven para tranquilizar conciencias embotadas y, en muchos casos, para exportar la corrupción y las diferencias.

En Costa de Marfil, el país más rico del oeste africano y primer exportador mundial de cacao, una parte importante de la población sobrevive con una comida al día. Africa derrocha alrededor de 18 mil millones de dólares anuales en conflictos, guerras civiles e insurgencias. Una treintena de países de ese continente han perdido en luchas tribales alrededor de 284 mil millones de dólares desde 1990, mientras el hambre y la enfermedad toman carta de naturaleza en ellos. Es sospechoso que una cifra próxima a esos 284 millones de dólares, es la ayuda internacional aportada a esos países por el mundo desarrollado.

Se necesita con urgencia un hasta aquí hemos llegado y ponerse manos a la obra para abrir una brecha en la barriga del hambre y la marginalidad. Es hora de pasar a la acción y de hacer algo más efectivo que el gesto del donativo para tranquilizar las conciencias.

*Diputado del PP enla Asamblea de Extremadura