Que los alumnos copian cuanto pueden y que muchos quieren, lo sabemos todos los profesores que, a veces, sabedores de que lo han hecho, debemos dar por legítimas sus respuestas fusiladas, por falta de pruebas. Copian en los exámenes, cortan y pegan en los trabajos, y se ha hecho siempre. No será esta humilde escribiente, que recuerda con tanta nostalgia sus años de secundaria barceloneses, la que tire la primera piedra.

Mas pasa la vida, y el estudiante universitario aprende que claro que se copia en los exámenes y claro que se pegan cambiazos, pero la investigación es otra cosa. No puede uno apropiarse de los conocimientos de los demás y, por tanto, se deben indicar las fuentes literales de lo que se expone en los trabajos con una bibliografía clara y respetar la propiedad intelectual de cualquier descubrimiento, reflexión o pensamiento que no sea propio, citando a su autor. No digamos en los TFG, TFM o en las tesis.

Ocurre que con la universalización no del conocimiento, sino de las fuentes del mismo, todo el saber está en la red y que corren por internet artículos deformados, cambiados o secuestrados por quienes no fueron sus autores, con errores y gazapos y es muy difícil o casi imposible actuar contra de ello.

Puede ser por eso por lo que Sánchez no dejó publicar su tesis. No porque fuera mediocre, sino para salvaguardar su propiedad intelectual. Ahora que por fin lo ha hecho, todos los interesados en este cutre culebrón podrán comprobarlo. Lo malo es que entre amenazas de acciones judiciales, informaciones contrapuestas, filtros de software anticopia y demás controversias, parece ser que la conclusión es que los plagios de la tesis del presidente, sin contar las autocitas, según Moncloa, son lo que se considera aceptable, pues no pasó del 15%, muy lejos del porcentaje inadmisible.

Sí, me caso, pero poco, admitía el simpático Dionisio de Tres sombreros de copa. Usted juzgará, querido lector, si el campeón de la decencia y la incorruptibilidad, que llegó al poder gracias a airear la corrupción ajena, puede decir como él: Sí he plagiado, pero poco.