La situación actual que se está viviendo en España me recordó en cierta ocasión a la de Cataluña, pero salvando distancias: En las elecciones al Parlamento catalán celebradas en los años 2003 y 2006 ganó Convergencia y hubo una coalición de izquierdas que pusieron a Maragall y a Montilla a cargo del gobierno catalán. Con Maragall se hizo una reforma del Estatuto que se recortó en un 15% y fueron a votar el referendum un 34% del electorado, consulta que era fronteriza con la constitución de un Estado (el 78% de los votantes votó a favor, lo que representó un 26,52% del censo electoral) y fue los cimientos del proceso actual de segregación de Cataluña.

En las elecciones generales celebradas el pasado 20 de diciembre ganó el Partido Popular. Los partidos políticos de izquierdas se quieren unir para desbancar al Partido Popular; quieren una reforma de la constitución que incluya el derecho a decidir y no se ponen de acuerdo porque quieren ocupar los primeros sillones (es más importante para Podemos ocupar la vicepresidencia y varias carteras del nuevo gabinete que buscar soluciones junto con el PSOE desde la óptica de la izquierda y a favor de los españoles).

El poder de la ambición ha puesto a España en una situación caótica.