TEtl analista Juan Ignacio Crespo me contaba esta semana que la única manera de que el crédito vuelva a fluir es que el Estado se siente en el consejo de administración de los bancos y obligue al dinero a circular. Y que, en lugar de toda la parafernalia de los planes de rescate, inyección de liquidez o como les llamen, será por la vía de una ampliación de capital de las entidades. Y que esto acabará siendo así en todos los países, si, tal como se ha acordado en Washington en la cumbre del G20+2, se pretende a la vez que la economía vuelva a crecer y acabar con las situaciones de riesgo financiero. Ante mi perplejidad, porque eso significa en la práctica la nacionalización, en mayor o menor medida, de toda la banca, me dice que hay muy pocas salidas alternativas. ¿Y qué dicen los banqueros? Porque de la crisis financiera y económica hablamos todos. Los que saben y los que no sabemos. Los políticos, los constructores, los del sector del automóvil, los sindicatos, la patronal, los periodistas, los analistas, los parados, los empleados, los prejubilados... Todos menos quienes tienen el grifo, las cuentas y los balances. Todos menos los destinatarios del primer paquete de ayudas públicas puesto en marcha en el mundo entero para afrontar una situación gravísima a la que nos ha abocado la avaricia o la mala gestión de algunos de ellos. ¿No es raro este silencio público? Pasan las semanas, los meses, hoy cierra una empresa aquí, mañana otra allí, la asfixia financiera alcanza a particulares, empresas, instituciones, los organismos internacionales rectifican a la baja todos los días sus previsiones, los gobiernos les dan directamente o les invitan a tomar prestado dinero público... Y, nada, los guardianes de nuestros dólares y de nuestros euros, guardan silencio. Declaraciones aisladas sí, pero explicaciones, ninguna. Ni dónde lo han hecho mal, ni dónde lo han hecho bien. No se trata de ofrecer información sensible o estratégica. Se trata de actuar con criterios democráticos, y en una democracia todos los poderes deben explicarse ante la sociedad a la que sirven o de la que se benefician.