El partido de Carles Puigdemont y Jordi Sánchez, que es Junts per Catalunya al menos mientras la justicia no se pronuncie sobre a quién pertenece tal denominación, aprobó el domingo su ponencia política y estratégica. El documento aborda un sinfín de asuntos. En relación a la discordia y la confusión en el seno del independentismo, no deja margen al compromiso o al acercamiento de posiciones.

El texto llama a la confrontación y al desgaste del Estado, lo cual, advierten en JxCat, para ciudadanos y «trabajadores públicos» supondrá «sacrificios personales y patrimoniales». No se dan más detalles. ¿Qué tipo de perjuicios patrimoniales? Más importante todavía: ¿qué se intenta decir con el eufemismo «sacrificios personales»? Resulta muy inquietante, más aún para los cargos institucionales y los funcionarios, a los que se reclama «complicidad» y que se abstengan de reprimir las acciones de confrontación independentistas, algo que les podría poner en una situación delicadísima, entre la espada y la pared.

La ponencia, aprobada por el 97% de los participantes, constituye la confirmación de que no va a haber rectificación alguna en el bando de Puigdemont, al contrario. Se propone redoblar el choque con el Estado y no se admite que, si bien el 1-O fue un éxito innegable del independentismo, no es suficiente para legitimar la independencia. Insistir en que de lo que se trata es simplemente de dar cumplimiento al mandato del 1-O e implementar la república es querer ignorar la realidad. Y sin un cuidadoso y honesto análisis de lo ocurrido es imposible trazar una estrategia que merezca tal nombre.

La ponencia de JxCat deja claro que en las elecciones de febrero, en el campo independentista van a enfrentarse dos sensibilidades y dos estrategias opuestas. A un lado se han desplazado Puigdemont y la CUP, mientras que en el otro han acabado coincidiendo ERC y el PDECat, que, si no hay sorpresa, se presentará como tal ante el electorado. Es difícil etiquetar a los de Puigdemont y a la CUP, una confluencia tan embebida de emotividad como de contradicciones ideológicas. En el bando opuesto al de la radicalidad, ERC y PDECat han realizado el esfuerzo nada fácil de atender a los hechos y, sin renunciar a nada, focalizarse en ampliar el espacio soberanista e independentista, algo que pasa por gobernar bien y, entre otras cosas, interpelar con franqueza al conjunto de los catalanes, tengan la posición que tengan sobre el referéndum de autodeterminación y la independencia.