WLw os equipos sanitarios que atienden las emergencias en las ambulancias medicalizadas del 112 mantienen un enfrentamiento con el Servicio Extremeño de Salud (SES) porque estiman que una resolución del 5 de diciembre les obliga a hacer funciones que hasta ahora no llevaban a cabo, como atender urgencias en los centros sanitarios en los que se encuentre su base de operaciones, o transporte de enfermos entre hospitales. Argumentan que su función es, exclusivamente, atender las emergencias que les lleguen a través del 112 y que precisamente es ese carácter de exclusividad el que lleva implícito la total disponibilidad que le es exigible a un servicio como el de emergencias sanitarias.

El SES tiene una visión distinta; y el sentido de la mencionada resolución así lo pone de manifiesto, puesto que establece que los servicios de emergencias colaboren con los servicios y la atención de urgencias. No es razonable, dice el director general de Asistencia Sanitaria, Dámaso Villa, que si un médico de urgencias del centro sanitario que tiene como base el equipo de emergencias está fuera atendiendo a un enfermo y llega otro con un problema no sea éste atendido por el equipo de emergencias.

El SES ha ofrecido datos a este periódico según los cuales resulta difícil no entender su postura: la mitad de los 12 equipos de emergencias hacen, por término medio, menos de dos salidas al día: parece lógico que, en aras del principio de la eficiencia en la utilización de los recursos públicos, colaboren en la atención sanitaria no estrictamente de emergencia y en el beneficio de los ciudadanos; incluso, como señala Villa, significa una oportunidad de mejorar la formación de los integrantes de los propios equipos de emergencia. De igual modo, también es fácil de entender la postura de los sanitarios: si soy equipo de emergencia; estoy para las emergencias, y su atención pronta y eficaz es mi responsabilidad.

Los conflictos en la Sanidad se caracterizan por su imprevisible onda expansiva. Tocan material ´sensible´ y, por ello, es necesario trabajar para reconducirlos y que no avancen. Sería indeseable que este conflicto --que desde su inicio y teniendo en cuenta las fechas en que nos encontramos era un candidato fijo a entrar, como lo ha hecho, en la disputa política-- se enconara y terminara engangrenándose. Dámaso Villa avanzó ayer en este periódico que la polémica resolución solo sería de aplicación para aquellos equipos de emergencias que hicieran, por término medio, menos de dos salidas al día. Acotó, por tanto, el problema. Pero sería preciso avanzar más. Este asunto es un efecto del modelo de atención de emergencias que ha decidido la Junta, en razón de circunstancias entendibles como la dispersión de la población: si solo hubiera media docena de equipos nadie habría planteado cuestiones de exclusividad de funciones. Así ocurre en Andalucía, donde hay una unidad de emergencia por cada 144.000 habitantes y no existe la discusión que hay en Extremadura; aquí, hay una por cada 91.000 personas, y pronto una por cada 72.000. Más unidades por menos población es igual a menos servicios por cada unidad. Lo lógico hubiera sido que las funciones de los equipos derivadas de las consecuencias de este modelo se hubieran discutido cuando se puso en marcha. Todo el mundo lo hubiera entendido; ahora, hay que explicarlo y crea problemas porque se entiende como una modificación de las condiciones de trabajo.