Mientras en Francia se ha abierto un debate político y social sobre la alarmante cifra de muertos causados por el aumento de temperaturas y el intento de ocultación por las autoridades sanitarias, algunas comunidades autónomas han optado por una fórmula peor: no hay información oficial. En Francia fueron los médicos de urgencias los que alertaron del problema. En España también han sido las funerarias y algunas ONG dedicadas a la atención de la gente mayor. Sin embargo, a pesar del oscurantismo en otras autonomías, el Servicio Extremeño de Salud ha dado ejemplo aportando unos datos que no recogen las muertes indirectas por el calor pero que ofrecen a la opinión pública un completo informe donde se constata un aumento de la mortalidad en la primera quincena de agosto respecto a otros años.

Agosto ya era un mal mes para la gente mayor y para los centros hospitalarios, porque aparcar al abuelo en uno de ellos era una práctica habitual. Hoy también aumenta la cifra de los que mueren solos en su casa. Pero eso no debe ocultar la responsabilidad política del Ministerio de Sanidad, cuyos datos sobre el alcance de los efectos de la ola de calor entre la población no han convencido, porque ni se anticiparon a paliarla ni han asumido sus efectos.