Las políticas fiscales en los últimos veinte años en España tanto en gobiernos del PP como del PSOE han ido inexplicablemente favoreciendo progresivamente la declaración individual frente a la conjunta, a pesar de que esta última mide de forma más fidedigna la riqueza de las familias. El resultado es que las familias que se ven obligadas a hacer la declaración conjunta pagan por IRPF hasta un 50% más que las familias que tributan individualmente a igualdad de ingresos. Esta clara discriminación fiscal afecta sobre todo a familias con un único perceptor de ingresos ya sea porque el cónyuge está en paro o por que se dedica al cuidado de los hijos en el caso de familias numerosas.

En este contexto, tener un hijo en España sale mucho más caro que en otros países pues el fisco no tiene en cuenta en su imposición la renta per cápita familiar, es decir, la riqueza de las familias. Así, no es de extrañar que la tasa de natalidad en España esté por los suelos frente a países como Francia e Irlanda, que han apostado decididamente por impulsar la declaración conjunta. Ahora bien, si nuestro objetivo es suicidarnos colectivamente en el tema de las pensiones, habrá que darle la enhorabuena al Gobierno por llevarnos por el mejor camino.

José Fernández **

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