Uno de mis géneros periodísticos preferidos es la entrevista, donde en ocasiones se produce el clima necesario para que salte la chispa de la lucidez, o la expresión sincera --voluntaria o no-- de las ideas y los sentimientos del entrevistado, que puede ser muy útil para, en pocas palabras, fijar conceptos complejos. Eso me ha pasado esta semana con dos entrevistas aparecidas en medios regionales, al exconcejal cacereño Cipriano Madejón , con motivo de una breve revisión de su etapa política, y a la ex alcaldesa Carmen Heras , a propósito de su salida del Ayuntamiento; en ambas, y con base en la política local, se transmiten pensamientos que van en la línea de la nueva política que suelo tratar en este espacio.

Es muy interesante cómo Madejón maneja un lenguaje emocional en sus declaraciones. Primero, refiriéndose a su vocación política, responde que "empecé a sentir cosas de joven": el origen de la vocación, de la verdadera vocación, es siempre ese, un impulso interior que en última instancia es visceral, en cuanto que no responde a un cálculo de coste/beneficio, y sí a un compromiso íntimo; justo lo contrario de lo que ocurre hoy, cuando incluso algunos de los políticos más jóvenes demuestran con los hechos que carecen de esa condición, sin la cual no hay buena política posible. En segundo lugar, el exconcejal, al ser preguntado por Cáceres, afirma que la ciudad "está triste": a veces las definiciones emocionales son más útiles que las racionales, porque la tristeza enmarca bien la situación actual de una ciudad que tiene 100.000 habitantes y que en ocasiones parece desierta, arrasada por la indiferencia, la resignación y la desidia; me llamó mucho la atención visitar hace unas semanas Segovia, una ciudad de apenas 60.000 habitantes, donde se puede percibir en sus calles mucha más vida que en Cáceres.

Y ESO está relacionado con lo más interesante de la entrevista a Madejón: "Gestionar la ciudad día a día lo hacen muy bien los funcionarios, no hacen falta políticos para ello, pero transformar una ciudad, hacer cosas para dar un salto cualitativo que rompa con esa rutina, solo lo hacen los políticos". Yo añadiría: los buenos políticos, los líderes. Lo que nos permite enlazar con una de las ideas más interesantes de la entrevista a Carmen Heras, en su respuesta a la expectativa de que Cáceres cambie: "En esta ciudad, cualquier cosa novedosa deja a la gente aterrada". Son necesarios hoy líderes creativos y transformadores, que imaginen algo nuevo para poder ejecutarlo después; en realidad esta es una característica clásica del liderazgo, solo que en este momento histórico es ciertamente imprescindible. Si un líder no sabe, no quiere o no puede transformar la realidad, quizá sea un jefe, pero no un líder; y desde luego no un buen político.

Hubo dos cosas que caracterizaron la etapa anterior de la ciudad de Cáceres, bajo mi punto de vista: la ilusión por lograr la capitalidad cultural europea y la transformación del corazón de la ciudad, su Plaza Mayor. La primera acabó en decepción, como siempre puede ocurrir en una carrera competitiva, pero mantuvo a la ciudad ligada emocionalmente a una expectativa de mejora, inundó de vida las calles durante meses, la conectó con el mundo, la colocó en primera línea de atención mediática y permitió mejorarla en diversos ámbitos: desafió esa inercia, esa tristeza de la que habla Madejón.

La remodelación de la Plaza Mayor fue una apuesta de riesgo que acabó en éxito, como demuestra el amplio uso que se hace de ella, tanto por parte de las instituciones públicas y privadas, como de la ciudadanía en general, que la ha convertido en centro de convivencia pública y que le otorga un plus vital del que antes carecía, quedando bajo esa lógica a la altura de muchas plazas europeas de referencia.

Como apunta Carmen Heras, el miedo es el principal enemigo del cambio. Pero una ciudad con miedo es una ciudad condenada a que se defina su destino desde fuera y, en fin, a quedar relegada de los fuertes cambios históricos que se están produciendo y se van a producir. Lo glocal --global + local--, concepto esencial en las próximas décadas, debería ser ya laboratorio de la nueva política, y en ese sentido las palabras de estas dos personas con experiencia en la materia son de la máxima relevancia.