Los grandes inversores se están cebando con la deuda pública de los países en situación más delicada, que son justamente los que ofrecen rentabilidad a cambio de riesgo, aunque este sea conocido y controlable. De este hecho se desprende que la cotización del bono español se mantenga en máximos, que las nuevas emisiones, como la del pasado martes, se encarezcan notablemente y que las de Alemania no sean totalmente cubiertas.

De la misma manera que las letras españolas a seis meses se subastaron al 2,26% y se concedió solo el 37% de la demanda, en Berlín la subasta de 6.000 millones en bonos a 10 años --al 2,59%-- no fue totalmente cubierta por los inversores. Dicho por lo directo, lo que está ocurriendo es que estamos asistiendo en directo a un festín de los tiburones de los grandes mercados financieros, que conocedores de que se pagan primas excesivas, eligen la pesca en la piscina y solo acuden donde pueden cobrar las mejores piezas.

Sin embargo, no todo es economía. Por eso, los mercados --al menos los mercados bursátiles-- se calmaron ayer en respuesta al anuncio del plan de ajuste del Gobierno irlandés, que, por cierto, no sube el impuesto de sociedades, sino que incrementa el IVA hasta un injusto 23%, cinco puntos por encima de lo que lo subió el Gobierno español desde el pasado julio.

La pausa del conflicto entre las dos Coreas también influyó para que se atemperasen los ánimos.

El déficit de política económica comunitaria sigue dando cuerda a la especulación contra el euro, mientras Alemania sostiene una actitud de aparente incentivo a esos ataques. Y lo hizo cuando se desencadenó la crisis griega y lo está haciendo ahora con Irlanda. Lo más curioso y lamentable es que la oposición política interna de países como Irlanda, Portugal (que ayer vivió una huelga en la que los transportes incidieron notablemente en la normalidad del país) y el mismo España hace lo mismo con la idea suicida de que lo que está en juego no va con ellos, como si a los ciudadanos se les pudiera convencer de que la culpa es solo del Gobierno de turno.

La penúltima andanada del Partido Popular, propagando a los cuatro vientos que el Gobierno ha engañado a sus socios comunitarios como hizo en su día el Ejecutivo conservador griego, es ya de un paroxismo que dice muy poco a su favor. Y encima descalifica a priori el encuentro del próximo sábado del presidente del Gobierno con las 30 primeras empresas del país diciendo que solo busca la foto, cuando, por poco eficaz que resulte la reunión, siempre tendrá más efectos positivos que negativos. Al menos, los 30 presidentes podrán decirle a Rodríguez Zapatero qué piensan de la situación y qué esperan del Gobierno.