La buena imagen que traslada un político o un conjunto de ellos a la opinión pública resulta fundamental para ganar apoyo y credibilidad y, en definitiva, para obtener o conservar el poder. En época de crisis, cuando se incrementa el número de parados, aumentan los intereses hipotecarios y se disparan los precios, nuestros líderes creen necesario dar ejemplo al pueblo y se aprietan el cinturón. Piensan que que ganan imagen o la protegen. El PSOE y el PP han coincidido en la necesidad de congelar el salario de los diputados. El presidente del Gobierno ya anunció lo propio para los miembros del Ejecutivo y los altos cargos, y el PSOE lo ha recomendado para las comunidades autónomas y los ayuntamientos que gobierna. Dentro de unas semanas nos anunciarán que se reduce el número de coches oficiales. Esto ocurre cada vez que la realidad aconseja estrechez. Pero dentro de dos o tres años volveremos al parque móvil habitual.

Pero resulta difícil no sorprenderse cuando se ve que los presidentes del Congreso, del Senado, de Cataluña o Madrid, o los alcaldes de Barcelona y el de la capital de España cobran al mes más que el presidente del Gobierno y los ministros.