Las palabras de los políticos durante la campaña electoral salen de sus bocas cargadas de guiños al progreso, de buenas intenciones, de soluciones a lo que tenía que estar solucionado y de eficacia en la gestión. La competitividad entre políticos llega a su punto más álgido en los días de campaña electoral, ese tramo final durante el cual cada político se las apaña como puede para intentar camelar al votante.

En principio todos ven burros, luego uno dice que ha visto un burro volando; enseguida otro dice que no ha visto uno, sino dos burros volando; y hasta que termina la campaña electoral, el cielo se va llenando de burros volando que sólo ven los políticos. Y claro, cada vez hay más escépticos, porque todo el mundo sabe que los burros no vuelan.

Ya les hablé en mi anterior artículo de las caras retratadas, con efectos photoshop , de los políticos que cuelgan de los carteles publicitarios. Quizá los escépticos que sean buenos fisonomistas, si examinan bien esos rostros, se animen a votar y atinen con el voto.

Por ejemplo, si analizan la cara fotografiada de Guillermo Fernández Vara , seguramente les recuerde al compañero empollón del colegio; también a mí se me parece a la de un joven cura comprensivo dispuesto a confesarte y a llevarte por el buen camino. El rostro de Carlos Floriano parece el de un torero muy seguro de sí mismo, listo para dar, sonrisa tibia en boca, un pase de pecho a un soberbio morlaco. José María Saponi , con esos ojillos achicados, como los de un lagarto somnoliento, presenta una gran sonrisa, igual que la de un tipo jocoso con ganas de contarte un chiste muy gracioso. Se diría que el rostro de Carmen Heras es el de esa compañera buenaza de instituto que siempre escucha nuestras aflicciones, y a la que mejor recordamos cuando miramos la orla de fin de curso. El rostro de Felipe Vela es de un dandy coquetón del siglo XXI, que se pasea en autobús para mostrar a toda la ciudad su apuesto porte innovador. Y para terminar, tenemos en algunos carteles a Víctor Casco , retrato de joven rebelde con las ideas claras, pero que aún duda si meterse a monaguillo o a maletilla.

Si no se fían de sus palabras, fíense de sus gestos.

*Pintor