TPtara llegar a ser un político al uso es muy importante poseer un título universitario, porque de no ser así las posibilidades de obtener votos en unas elecciones disminuyen considerablemente. Un político con ambiciones debe mostrar su marca bien etiquetada con diplomas que garanticen que no es un don nadie que ha salido de no se sabe dónde y ha visto en la política una oportunidad para dejar de serlo. Raro es encontrar un político convincente en cuya biografía no conste el nombre de una universidad y de una licenciatura. Aunque se han dado casos de políticos al uso con titulaciones escritas con tinta falsa, como aquel director de la Guardia Civil llamado Luís Roldán , cuyo nombramiento estuvo refrendado por una licenciatura y máster inventados, algo que se supo después de que malversara dinero público y huyera a Tailandia, donde fue detenido.

Si nos paramos a pensar, la política es como el amor o el arte, sabemos que es, pero no sabemos definirlo exactamente con palabras. Sin embargo sí podríamos definir claramente a un político: persona que ocupa un despacho oficial y se encarga de controlar las ocupaciones y oficios de sus semejantes. A un político se le vota en principio por la ideología que representa, y luego por su colección de títulos. Un fiel votante de izquierda no votaría a un político de derecha aunque éste acreditara ser un lumbreras con una cantidad insuperable de títulos; y viceversa.

Pero ni la ideología pregonada ni los títulos poseídos llevan a una persona a ser buen político, ya que ambas cosas están supeditadas a la honradez, implicación y cumplimiento de lo prometido. Y sin embargo, no nos podemos imaginar a un presidente de Gobierno cuyo currículo no sobrepase el bachiller superior, aún siendo una persona modélica.

El mundo está en crisis, es una patata caliente de la que comemos solamente la mitad de los mortales y además emite un vapor que está deteriorando la atmósfera. Una patata caliente que políticos al uso con muchos títulos metieron en el horno.