Como pollo sin cabeza, así anda este país. Dando trompicones de un lado a otro, moviéndose por inercia, por pura adrenalina, pero sin saber muy bien a dónde se dirige. Falto de neuronas, de un cerebro que dé ordenes claras y le indique el norte, la salida de esta crisis sanitaria, que aunque no lo parezca porque estamos todos agotados, no ha hecho más que empezar.

La pasada semana se alcanzaron los 13 fallecidos y 572 nuevos casos confirmados en 24 horas en Extremadura. Ese mismo día por la mañana el consejero de Sanidad anunciaba que nuestra tierra iba a ser la única comunidad autónoma, junto a Galicia y las islas, que no iba a decretar aislamiento perimetral de cara a la festividad de Todos los Santos.

Aseguraba Vergeles que la decisión se basaba en una apuesta por «controlar a las personas» en lugar de confinar la región y dar así sensación de «falsa seguridad», y que la manera de conseguirlo era dar los nombres de los positivos a la policía para controlar que se cumple el aislamiento. Los agentes deben por tanto ahora, no sólo asegurar que se cumplen los toques de queda (entre las doce y las seis de la mañana), tienen también que vigilar a más de 20.000 personas, que en estos momentos están en seguimiento en la región, ya sea por ser casos activos de coronavirus o contactos estrechos. Todo esto en pleno puente y con libertad de movimiento entre la mayoría de las poblaciones, algunas de ellas con cifras de contagio desorbitadas.

La empresa es ambiciosa y el número de efectivos para cumplirla «limitados», según han reconocido las propias autoridades. Pero al parecer es mejor opción que decretar de una vez por todas un confinamiento que, aunque a nadie le guste reconocerlo, es lo que hace falta. Se ha hecho en Irlanda, Francia, Reino Unido y Portugal con un claro impacto en las estadísticas. Retrasarlo está sirviendo sólo para acumular más casos y muertes. Pero vete tú a saber.

Una se pregunta a qué se dedicaban antes en el día a día la Guardia Civil, y la Policía Nacional y Local, porque está claro que hicieran lo que hicieran, ha pasado a un segundo plano. El crimen puede esperar, supongo, y me imagino que antes de tomar la decisión de dedicar los esfuerzos de este sector a garantizar las cuarentenas de unos pocos, nuestros políticos habrán hecho los deberes y se habrán asegurado de que Extremadura puede prescindir de esos efectivos en cualesquiera que fueran sus quehaceres habituales. ¿O no?

Sea como fuere este colectivo entra a formar parte así de otros que han visto su trabajo diario alienado por 'el bicho'. Pocos sanitarios seguramente recuerdan cómo era su día a día antes de que toda esta pesadilla comenzara. Sin duda, ellos son el mejor ejemplo de lo que supone priorizar la pandemia por encima de todo lo demás: sistemas colapsados, personal agotado física y anímicamente; y muchas otras enfermedades y enfermos desatendidos.

También otros grupos profesionales que a priori nada tienen que ver con la salud han tenido que hacer un máster acelerado en pandemias y prevenciones. Que les pregunten a los profesores y maestros cómo fue la preparación en agosto del curso que se estrenó en septiembre. E incluso ahora, dos meses después, en vez de estar planificando contenidos o evaluaciones, están aprendiendo a cómo ventilar las aulas de manera eficiente para evitar más contagios.

Y mientras tanto, hay otros que deberían estar dedicados en cuerpo y alma a esta terrible crisis y que parecen andar, como dirían en mi pueblo, cazando gamusinos. Porque a mí no me digan que es de recibo que el titular del Ministerio de Sanidad, Salvador Illa, estuviera de fiesta con otros 150 sujetos, en un país en el que las reuniones de más de 6 personas están prohibidas. Y que ahora baste con unas disculpas y borrón y cuenta nueva...Sin que nadie conjugue el verbo dimitir. Es de traca.

Decían los romanos que la mujer del César no sólo debía ser honrada, sino parecerlo. Estamos todos exhaustos, pero unos más que otros. Porque mientras la policía, los médicos o los profesores, están al pie del cañón en esta lucha y sin ver el final del túnel, algunos políticos, ustedes me perdonen, no están ganándose el sueldo. Queremos pensar que están haciendo todo lo posible, pero tiene que parecerlo. Este pollo necesita una cabeza, aunque sólo sea una, para salir de ésta.

*Periodista