El populismo se define como tendencia política que dice defender los intereses del pueblo, pero esta impertinente lo identifica más bien con aquellos partidos y líderes que basan su parafernalia y su nula sustancia en el ataque personal, la denuncia escandalosa a menudo falsa, el mucho ruido y pocas nueces, el desviar la atención de lo importante a lo gesticulante, la agresividad en las respuestas disfrazada de libertad de expresión, el escrache cuando se está en la oposición y el autoritarismo de vena tiránica cuando se ejerce el poder. Todo ello adornado de derroche de pasta pública, sentimentalismo, risas y besos y lágrimas y una estética y oratoria horrible de tertuliano basura. Una estudió Filología y no Políticas y acepta que puede equivocarse, mas como le quedan muy lejos históricamente Perón o Chávez, se ciñe a lo comprobado empíricamente en las actuaciones, discursos y prácticas habituales de populistas tan de libro como Maduro, Trump o nuestro más cercano vicepresidente Iglesias.

Dejemos al venezolano, porque me alargaría demasiado y ciñámonos al presidente norteamericano en los momentos en que no está lanzando un tweet insultante o ideando una nueva expulsión o ataque a cualquier grupo minoritario y débil. Si algún periodista le lanza una pregunta incómoda, más que contestar le responderá con un ataque personal sobre que es muy antipático o fea o que se lo pregunte a China. Y si, por ejemplo, al vicepresidente español algún periodista le critica, ya no le acusará de llevar un bonito collar de perlas o un lujoso abrigo de pieles, como cuando estaba en la oposición, sino que le señalará directamente con nombres y apellidos, le llamará cloaca, y si no lo hace él, lanzará a sus secuaces a la carga, por tweet, claro, como Trump, para luego, en el colmo del cinismo, argüir muy suavecito que lamenta las críticas, pero que para eso la prensa es el cuarto poder.

Para mí, el populismo más que una tendencia política es una enfermedad. Como el nacionalismo exacerba el odio y el enfrentamiento. Con un populista en el poder nunca gana el pueblo.

*Profesora.