En la superproducción cinematógráfica El día más largo (1962) el oficial británico que capitanea una de las barcazas que protagoniza el desembarco de Normandía grita a sus hombres «¡Por Dunkerque!» para insuflarles el ánimo de revancha segundos antes de entrar en combate. Viene a la memoria esta escena tras el visionado de Dunkerque, la película recién estrenada de Cristopher Nolan y que narra la operación Dinamo, la evacuación en 1940 de 338.226 soldados mayormente británicos (también franceses, polacos, belgas y demás) de esta playa francesa tras sufrir una humillación en toda regla por parte de la Wehrmacht, el todopoderoso Ejército alemán. Nolan consagra el espíritu de Dunkerque, construido ya en plena guerra por los gacetilleros británicos con el objetivo de convertir una derrota sin paliativos en un triunfo espiritual que hallaría la expresión definitiva en el «No nos rendiremos jamás» de Churchill, en 1941.

Dando por cierto que la historia la escriben los vencedores, cabe preguntarse si la del siglo XX en particular la certifican y validan los cineastas con presupuesto y los novelistas con talento. ¿Qué sabe una persona sobre el teatro de operaciones europeo de la segunda guerra mundial si no cuenta entre sus aficiones la de estudiar con cierta profundidad este conflicto armado?

¿Qué película de gran presupuesto nos ha mostrado que el exterminio de judíos se llevó a cabo con el entusiasmo de la población local en la mayoría de países invadidos por los nazis porque el antisemitismo enfermizo no era monopolio de los alemanes? ¿Qué superproducción nos ha contado la verdad sobre cómo se exageró el protagonismo de De Gaulle y de la Resistencia para añadir entre los vencedores aliados a una nación derrotada, humillada y colaboracionista como la francesa? ¿Qué película vamos a ver para entender la importancia del frente del este y del Ejército soviético, que se dejó la vida de nueve millones de hombres en los campos de batalla frente al millón que sumaron estadounidenses, británicos y franceses juntos? ¿Quién nos explica que sin la determinación de Stalin, que ya anticipaba su crueldad para con los suyos usándolos como carne picada ante el Ejército alemán, el Tercer Reich quizá no hubiera durado mil años, pero sí unos cuantos más? ¿Quién nos recordará que uno de los hombres más poderosos de EEUU, Henry Ford, publicó en 1920 El judío internacional que inspiró al Führer el Mein Kampf y que situó a buena parte de los norteamericanos muy cerca de las tesis nacionalsocialistas?

Por excelente que resulte en su factura, el entretenimiento actúa en el terreno de la realidad recreada. Pero su fuerza para suplantar a las fuentes y a los historiadores es enorme. Dunkerque es excelente cine bélico y justifica el precio de la entrada. Pero es solo eso, cine. La Historia no cabe ni en una pantalla, ni en 107 minutos de metraje y tampoco en 150 millones de dólares de presupuesto.