La tortura inútil, absurda y cruel, infligida por algún monstruo a los perritos de Badajoz, transporta mi pensamiento a los retorcidos cerebros medievales que maquinaban mil y un artilugios y fórmulas terroríficas para recrearse en el dolor ajeno.

Y me apena comprobar que algunas mentes, aún estando en el siglo XXI, no han evolucionado y continúan instaladas en el horror y el placer que les causa destruir o aniquilar cualquier elemento que conforma el cosmos.

No existe para mí la palabra perdón o compasión para quien tanto daño ha causado a unos seres tan frágiles, tiernos e indefensos.

He de reconocer que en mi pensamiento, al principio de conocer la noticia, se instaló la rabia, también la impotencia, pero la reflexión hizo preguntarme cuál sería la naturaleza del individuo que lo hizo.

¿Lo habrían maltratado también? O tal vez ¿podría ser un individuo caprichoso que teniéndolo todo, le estorbaban estas pequeñas criaturas?

Igualmente algunos cazadores utilizan los perros para sus fines, alimentándolos con mendrugos de pan duro y agua, sin higiene y atados con cadenas o cuerdas en inmundos cobertizos, en zulos en los que se queman de calor o arricen de frío.

Si te conmueve el alma, puedes visitar las páginas webs de las protectoras de animales, concretamente las de nuestra región, y manifestar tu opinión en ellas, o bien en nuestros periódicos y apoyar la iniciativa de dichas asociaciones.

¿Hay ser más fiel que un perro?

Celeste Cortés **

Correo electrónico