Durante estos quince días que dura la campaña electoral, cada vez que salgo a la calle escucho por doquier la ininterrumpida musiquilla con los himnos de los diferentes partidos y los anuncios que vomitan los coches con los altavoces de la propaganda electoral. Y, por asociación, vienen a mi memoria los famosos versos del poeta: "Por una mirada un mundo; por una sonrisa, un cielo-" Y mi mente, instintivamente remata: "- Por un voto- ¡Yo no sé lo que daría por un voto!".

Aunque este verso tendríamos que aplicárselo a los líderes de los diferentes partidos políticos que buscan votos hasta debajo de las piedras.

Hay quien piensa que, total, un voto más o menos no equivale a nada, pero no es así, oiga, que yo conozco un pueblo pequeño en el que por un solo voto que llegó por correo ganó el del partido contrario cuando el que había estado gobernando hasta entonces, se había ungido vencedor y ya estaba festejando la victoria. Claro que hay que explicar que en ese pueblo sólo votaban 28 personas y ambos candidatos habían empatado a votos por lo que un solo voto más fue suficiente para dar un vuelco al resultado de las elecciones. Y que "un grano (voto) no hace granero, pero ayuda al compañero" por lo que es importante que todos expresemos nuestra opinión en las urnas el día 9.

Tenemos la obligación de votar si queremos que las cosas cambien, si queremos apoyar el programa de un determinado partido, si está más de acuerdo con nuestras ideas (o nuestros intereses, que también se sopesa). Luego no nos quejemos si España va mal. Si pensamos que, total, un voto más o menos no va a ninguna parte, pensemos en el ejemplo del pueblecito mencionado y obremos en consecuencia.

Pero en defensa de los políticos candidatos y los partidos que los arropan, tenemos que reconocer que todos, en su lugar, haríamos lo mismo si de ello dependiera alzarse con el poder, vencer al contrario. En ese hipotético caso, no sabemos lo que seríamos capaces de ofrecer por un voto-