Cuarenta y ocho horas antes del Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, un hombre viajó de Alemania a Vinaroz para matar a su expareja embarazada y después se pegó un tiro. Cuarenta y cinco muertas en 2017 más los hijos asesinados o aquellos a los que no dejaron nacer. Más de 800 mujeres han muerto a manos de sus hombres o exhombres en los últimos cinco años en España. El número de muertas por año desde el 2003 constituye una serie macabra y elocuente: 71, 72, 57, 69, 71, 76, 56, 73, 61, 52, 54, 54, 60, 44. Este año de momento ya se ha superado el año anterior. Y se extiende una sensación generalizada de impotencia, rabia, frustración y fracaso, pues pese a todos los innegables esfuerzos y recursos invertidos, los datos son tercos y tanta sangre ahoga.

Porque, pese a todo lo que se ha hecho y se hace a diario, hay realidades feas cuya incidencia en la falta de respeto generalizado a la mujer es innegable. Y de allí sus consecuencias. Es un hecho denunciado por los expertos que entre los adolescentes se está produciendo un retroceso en la percepción de las conductas machistas y avanza una progresiva aceptación como normal de la violencia en las relaciones de pareja. El mes pasado la palabra “violadas” fue tendencia en una de las páginas web porno más visitadas en España. Según Mónica Alario, investigadora de la Universidad Rey Juan Carlos, dentro del porno actual los contenidos violentos ganan cada vez más adeptos. La investigadora añade que esa es la “educación sexual” que están recibiendo los niños y adolescentes a través de sus móviles y fuera del control de los padres. Aparte de que el porno, difundido por páginas del extranjero para saltarse la ley, construye también las fantasías de muchas personas adultas.

Centradas en el placer de ellos y vinculadas al dolor de ellas. Así las cosas, muy difícil parece contrarrestar esa nefasta influencia por parte de los docentes y de las instituciones. Esa hidra macabra tiene muchas cabezas. Y es necesario aunar todos los esfuerzos para cortarlas una a una.