Honestos, nobles, sinceros, buenas personas.

No soy imparcial, lo advierto, soy extremeño. Nací y me crié al amparo de esta tierra, en la que si algo adquiere el grado de consagración, es la modestia. Aquí todo se ha construido y se ha vivido siempre modestamente. Todavía hoy, cuando queremos alardear de algo que se salga de lo modesto, sacamos de los sótanos de la historia la gesta de nuestros Conquistadores. ("-aquellos machos que triunfaron en América". Chamizo). Aunque algunos reniegan de aquello y lo inscriben en las páginas negras de nuestra historia, lo cierto es que en 500 años no hemos hecho nada que haya merecido el calificativo de sobresaliente . Y cuando, rara avis , aspiramos a representar y dinamizar la cultura europea, nada menos, llega el invisible gran hermano que define méritos y capacidades y nos hace bajar de la nube.

Estamos en el siglo XXI y en este maratón competitivo que es la vida cotidiana cada cual anda a codazos tratando de escalar posiciones que le permitan alcanzar la meta en los primeros puestos.

Estamos viendo cómo en este concertado desconcierto en que se ha convertido el sistema autonómico español, cada comunidad se busca sólo a sí misma, se olvida del conjunto y quiere comer aparte. (Un político relevante ha dicho: quien quiere comer aparte es que quiere comer más que los demás).

Nunca se habló tanto y tan enfáticamente de la solidaridad, y nunca se acrecentó tanto el egoísmo. En vista de lo cual, se impone la decisión de competir con denuedo en esta lucha de crecimiento y desarrollo, y, sin esperar el dulce maná llovido del cielo, abandonar el tradicional conformismo y prepararse a conciencia para tomar iniciativas que saquen a esta tierra nuestra de ese fatídico furgón de cola, en el que a veces parecería que se sintiera a gusto.

No me gustaría que la oración causal que encabeza este escrito, fuera la respuesta a esta interrogativa: ¿Estamos donde estamos porque semos asina?

Florentino Dosado Gómez **

Cáceres