La obra de la futura conducción de agua desde el pantano de Portaje hasta Cáceres se está convirtiendo en una chapuza; en el cuento de nunca acabar. Primero se dijo que iba a iniciarse en diciembre del 2007 y que tardaría año y medio, después se comprobó que la foto que se hicieron los políticos en esa fecha --junto a grandes tuberías que resultaron ser nada más que decorado-- fue pura propaganda porque la obra no se inició hasta un año después, y ahora sufre un nuevo retraso --la Confederación del Tajo habla de marzo de 2011-- porque hay que resolver un asunto del que ya Demarcación de Carreteras había dado aviso en 2005, reafirmándose, con posterioridad, en dos ocasiones: su negativa, por motivos de seguridad, a fijar a los puentes de la Nacional 630 la tubería de la conducción de agua. Ahora, pese a saber que el proyecto tendría que modificarse forzosamente, todavía están los técnicos debatiéndose en torno a dos alternativas: si vadear el río o hacer un acueducto. Si, desde el principio del proyecto se hubiera hecho caso a los condicionantes técnicos ya se habría dado con una solución, pero definitivamente la obra para abastecer una ciudad como Cáceres, de 90.000 habitantes, no se está llevando a cabo con el rigor exigible. No es extraño que la oposición hable de "tomadura de pelo". Y más conociendo como se conoce el rechazo de buena parte de la población a la ´solución Portaje´. Solo por eso, porque esta obra ha sido objeto de polémica política, deberían haber sido más diligentes. Pero ni por esas.