Dios no permita que vuelva a llamar bocazas a un hombre, yo que lo soy (hombre y bocazas), ya que «bocazas» procede de «boca» y, según la RAE, «boca» es nombre femenino. Y de lo que se trata, hoy que el feminismo ha dejado de ser «una palabra escrita en la pared» (verso de Pablo Guerrero a propósito de la libertad, pero que vale perfectamente para el feminismo), es de que el lenguaje adapte los géneros gramaticales a los géneros sexuales, de modo que si la mujer que ejerce la prostitución es prostituta, el hombre que también la ejerce sea prostituto, o si el hombre que ejerce la judicatura es juez, la mujer que también la ejerce sea jueza, y así sucesivamente, hasta llegar al caso de la diputada Irene Montero, que está siendo ridiculizada (y lo que te rondará, Montero) por decir «portavoces y portavozas».

La ridiculización parte de que no ha sido un lapsus. Y no lo ha sido, ciertamente, pues así lo ha confirmado la propia Montero, que se considera «portavoza» porque «lo que no se nombra suele no existir», ha dicho. Lapsus fue «miembros y miembras» (Bibiana Aído) o «jóvenes y jóvenas» (Carmen Romero) o la adaptación refranera de Carmen Calvo: «He sido cocinera antes que fraila». Lo de la diputada Montero, en cambio, es una reivindicación, o eso se deduce de su explicación: «Desdoblando el lenguaje, aunque no suene muy correcto, se puede avanzar en igualdad». Lástima que haya desdoblado una palabra cuyo género es precisamente femenino, convirtiendo «voz» (la voz) en «voza». O que haya llevado la reivindicación hasta el extremo de feminizar incluso el nombre de su partido: «Quizá el ministro debería tomar ejemplo de Unidas Podemos», le dijo a Iñigo Méndez de Vigo.

Pero la diputada Montero no pretende feminizar el lenguaje, sino solo desdoblarlo. Así que yo, a partir de ahora, y puesto que me parece correcto que los géneros de hombre y mujer tengan sus correspondientes géneros gramaticales, únicamente llamaré bocazas solo a la mujer que lo sea, aun a riesgo de que la que más incurra en serlo, precisamente por ser la encargada de hablar (y mucho) en nombre de su grupo, sea una portavoza.