Lo que ya no sabremos es si la suerte económica de Portugal habría cambiado si el Parlamento luso hubiera aprobado el nuevo plan de austeridad propuesto por los socialistas a instancias de Bruselas y de Angela Merkel . Pero cabe suponer que, en el mejor de los casos, ese voto favorable solo habría retrasado durante un tiempo la intervención de los poderes financieros internacionales. Y a la luz de esta hipótesis, la actitud de la oposición aparece menos irracional y antipatriótica de lo que dicen algunos.

¿Qué razón suprema obligaba a la derecha y a la izquierda portuguesas a mantener en el poder a un Gobierno cada vez más impopular e incapaz de resolver, o siquiera de paliar, los gravísimos problemas que aquejan al país vecino? ¿Por qué no abrir la puerta a que otros lo intenten, impulsados, además, por el ánimo que da, por poco que dure, una victoria electoral?

La realidad de la economía portuguesa es tan negra que no hay que esperar que el nuevo Gabinete haga milagros. Pero no por eso se puede acabar con la dinámica de una democracia, una de cuyas virtudes es que el Parlamento puede echar al Gobierno de turno. Lo ocurrido el miércoles en Lisboa es un signo de vitalidad institucional, aunque solo sea puntual y aislado. Que afirma la idea de que el drama económico que se está viviendo no debe llevar a despreciar la política, porque eso puede terminar justificando la demanda de que se instaure un poder fuerte, por encima de las instituciones, que algunos están formulando. También en España.

Los expertos más solventes creen que la crisis va para largo y que el terremoto que están sufriendo el norte de Africa y Oriente Próximo la va a agravar, porque encarecerá el petróleo. La Unión Europea no parece capaz de arrumbar ese designio. Sobre todo porque está muy débil. Hay que asumir, por tanto, que vienen mal dadas. Así las cosas, quienes mandan, además de hacerlo lo mejor posible y de ayudar a los más débiles, deben de esforzarse en preservar nuestro sistema político de convivencia. Al menos eso. Y los vientos que corren por nuestros pagos no van precisamente en esa dirección.