El feminismo, para muchos políticos, comunicadores y artistas, es una chapa. Un adorno que se coloca en la solapa, para poder presumir de modernidad y progresismo. Una ‘a’ por cada ‘o’, una presuntuosa ‘@’ y hasta una enigmática ‘x’. Un lazo soportado por un alfiler, y una bufanda de color malva que hay que sacar a pasear cuando convenga. En definitiva: una pose que se demuda en cuanto que se apagan los focos.

Pero el feminismo no es eso. No, al menos, el feminismo clásico, combativo, coherente, cívico e ilustrado. Y hay que hacer la precisión, porque, también, hay ramas del feminismo que le hacen flaco favor al movimiento original, al que propugna la igualdad real entre hombres y mujeres, al feminismo más radical y práctico, al que no tropieza con el humo de las histerias y va a la raíz de los verdaderos problemas de desigualdad.

Ese otro feminismo, el de la chapa y la soflama, que tiene al hombre por un enemigo y no por un aliado, que se jacta con la blasfemia y la profanación de celebraciones litúrgicas, o que basa su estrategia en la utilización de los pechos como pancarta, tiene equivocados los conceptos, las problemáticas, los objetivos, las soluciones, y los instrumentos para alcanzarlas.

Porque hay mucho por hacer aún. Porque las mujeres siguen teniéndolo muy difícil para poder conciliar. Porque cobran menos por un mismo trabajo. Porque continúan tropezando con barreras insalvables en muchos sectores. Porque no pueden salir a hacer ejercicio sin temer por su integridad. Y porque siguen siendo maltratadas y asesinadas.

Pero todo esto no se arregla con la milonga del lenguaje inclusivo, ni zahiriendo a los varones, ni sacando en procesión una figura de una vagina, ni entrando en un templo católico con los pechos al descubierto.

Las desigualdades se vencen educando con el corazón, informando con rigor, legislando con sentido común, y aplicando condenas implacables. Porque las poses y los adornos pueden ser muy mediáticos, pero son absolutamente inútiles en la batalla contra la discriminación. * Diplomado en Magisterio