La visita de Colin Powell a Bruselas, donde se entrevistó con cada uno de los ministros de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, es el primer paso para restablecer el diálogo transatlántico bloqueado desde antes del inicio de la guerra. Los reproches han dado paso a la voluntad de restablecer el consenso roto tras la ofensiva militar al margen de la ONU, pensando en los ingentes problemas de la reconstrucción de Irak y en la administración de su petróleo. El secretario de Estado encontró a unos aliados europeos aún agarrotados por la incertidumbre, pero menos divididos sobre el protagonismo que debe asumir la ONU después de Sadam Husein.

La historia enseña que ninguna coalición sobrevive a la victoria. La clave de lo que vaya a ocurrir no radica sólo en la fuerza apabullante de EEUU, sino en la actitud del primer ministro británico, Tony Blair, que tiene divergencias con George Bush. Este considera la guerra como un ejercicio unilateral de poder militar en defensa de los valores de la superpotencia, y el líder británico enmarca el conflicto en las instituciones internacionales y la comunidad global. El mejor valedor de la UE en Washington es Powell y su estancia en Bruselas es decisiva para la redención de la ONU.