El responsable de las relaciones exteriores de EEUU, Colin Powell, ha dicho en Davos que su país está dispuesto a atacar a Irak tenga o no el apoyo suficiente de las otras potencias mundiales. Son manifestaciones inquietantes de quien hasta ahora representaba el ala más sensata del Gobierno de Bush, y que se producen horas antes de que los inspectores que buscaban armas prohibidas en Irak informen en la ONU del resultado de sus pesquisas. Powell lo ha declarado en Europa, después de conocer el rechazo franco-alemán al unilateralismo norteamericano, y cuando incluso Tony Blair sugiere dar más tiempo a los inspectores. Tampoco parece mellar la determinación de Bush el hecho de que una parte significativa de sus congresistas --tanto demócratas como republicanos-- haya pedido lo mismo que Blair y haya reclamado más esfuerzos para tejer una coalición internacional.

El apoyo de la opinión pública a una guerra desciende en Estados Unidos, pero eso tampoco importa. Como ha dicho Powell, el ataque a Irak es un "acto soberano" de Estados Unidos que, por lo visto, no tiene que consultar a nadie para invadir otro país. Ese es el único derecho internacional en el que cree Bush.